Óscar Flores López.
Aquí viene todos los martes, sin falta. Camina y habla despacio, usa anteojos, tiene el pelo blanco y siempre anda acompañado por un morral de cuero hasta el tope de papeles.
A veces anda con sandalias; otras veces prefiere usar zapatos.
Está a punto de cumplir setenta y seis años de edad, y dice que si pudiera nacer de nuevo se dedicaría otra vez a lo que ha sido la pasión de toda su vida: el periodismo.
Se llama Guillermo Castellanos Enamorado, y, para los que recién comenzamos a andar en el oficio, es un ejemplo a seguir.
Ya no hay muchos periodistas de la Italia de don Guillermo… y es una lástima.
La frente en alto, la conciencia tranquila y la satisfacción de saber que el dinero que anda en el bolsillo es lo que se gana redactando cuartillas, tiene una opinión contundente de lo que es el periodismo actual: “La corrupción es preocupante”.
¡Y vaya que tiene razón! Mientras él espera en una esquina cerca de El Heraldo al autobús o al taxi que lo lleve a su casa, muchos periodistas de dudosa moralidad pasan a su lado en automóviles último modelo.
-¿Tendrá algo que ver la deshonestidad con los bajos salarios? Le pregunto.
No lo creo me dice don Guillermo-. Es que esa gente se ha equivocado de profesión. El periodismo no es para hacerse rico, es una profesión de servicio, eso que quede bien claro. El que quiere hacerse rico, que busque otro trabajo.
-¿A qué lo atribuye usted, entonces?
A la escasa formación moral. Un individuo sin principios, sin ideales, sin sueños, pues sencillamente no sirve para ser periodista. La ética es algo personal, no es algo que se compre por libras o por onzas en el mercado, je, je, je, -sonríe-.
-¿Qué es lo más preocupante?
La estrecha relación que existe entre periodistas y políticos, al punto que uno no sabe si quien habla o escribe es comunicador social o activista. El periodista debe estar al servicio del pueblo y para eso debe evitar comprometerse con grupos de poder.
Don Guillermo dio sus primeros pasos en un periodiquito llamado “La Verdad”. (Y la verdad es que el nombre era el más indicado).
En esas páginas, el joven -y novato- periodista, se dedicó a atacar el entreguismo de las autoridades del país, en especial, las concesiones a transnacionales bananeras y mineras.
Uno de los más molestos era el alcalde del pueblo, quien, al ver que no podía chantajearlo, tomó la decisión de cerrar el periódico.
Guillermo Castellanos Enamorado se quedó sin “La Verdad”… pero no comprometió su verdad.
Don Guillermo también recuerda con cariño las primeras noticias que redactó en el desaparecido diario El Cronista y su amistad con Ramón Amaya Amador, Medardo Mejía y Ventura Ramos.
“Esos nombres hay que pronunciarlos con respeto -dice don Guillermo-. Fueron grandes periodistas y grandes patriotas”.
-Hablando de patriotismo, don Guillermo, ¿qué es la cosa más dolorosa que le ha tocado presenciar?
La época de la “guerra fría” -dice, sin pensarlo un segundo-.
¿Cómo no me iba a doler si en mi país había tres ejércitos extranjeros: los “contras”, los “gringos”, y los salvadoreños.
-Momentos duros, aquellos.
Uy, imagínese. La pobre gente de las zonas fronterizas tenía que salir huyendo pues los “contras” los perseguían.
-También habría que agregar lo de los desaparecidos.
Así es. Aquí mataron y desaparecieron mucha gente valiosa, muchachos que querían a su país -dice, con tristeza-.
Deja de hablar, y suspira. Los recuerdos son heridas dolorosas que aún no cicatrizan.
-Hablemos de temas menos tristes.
Sí, mejor.
-¿Usted escribe a máquina o en computadora?
Bueno, yo prefiero escribir en computadora, es más fácil.
-Muchos no se adaptaron. ¿verdad?
Sí, muchos compañeros nostálgicos prefirieron seguir utilizando la vieja máquina de escribir.
-¿Qué piensa del internet?
Es una gran ayuda. Antes apenas nos podíamos comunicar con el telégrafo, je, je, je.
-¿Qué cosas le ha dejado el periodismo?
Una casita pequeña en la Kennedy y muchos libros.
El Heraldo, Teg. Mayo 26, 2002, P. 4B.
Fuente: http://www.latribuna.hn/2015/01/18/un-ejemplo-seguir/