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El anticlericalismo en Danlí, 1879-1905

04 Febrero 2017

 

El anticlericalismo en Danlí, 1879-1905

Por: Julio José Sevilla G.

De izquierda a derecha: Manuel de Adalid Gamero y un ejemplar del seminario «El Piloto».

El anticlericalismo es definido como un conjunto de ideas, aptitudes, comportamientos y discursos que se manifiestan críticamente en torno a las instituciones eclesiásticas, ya sea en el terreno político como jurídico, manifestándose en el rechazo a la injerencia de la Iglesia en la vida sociopolítica, así como la defensa de la separación de la Iglesia y el Estado1. En Latinoamérica el movimiento anticlerical del siglo XIX se inspiró en la corriente filosófica del liberalismo, la cual, tomando como referencia la revolución francesa e industrial, propugnaba la libertad política, de conciencia, culto y expresión, con el propósito de implementar los ideales burgueses y el libre mercado.

Las primeras medidas políticas como jurídicas de esencia anticlerical en Centroamérica las tenemos durante el gobierno federal del General Francisco Morazán (1830-1839) en las que encontramos la abolición de los diezmos, educación laica, expulsión de los clérigos conservadores y la expropiación de los bienes eclesiásticos como medidas destinadas a integrar a la Federación Centroamericana a la dinámica económica mundial, dirigida por Gran Bretaña, así como cimentar un Estado moderno de carácter liberal.

Las reformas de inspiración liberal aplicadas por Morazán, así como las medidas anticlericales no tuvieron el apoyo y trascendencia esperada luego de las contraofensiva religiosa contra el gobierno federal y la posterior desintegración de la República a partir de 1838 que dio como resultado la restitución de la legislación colonial y los privilegios eclesiásticos por lo que a este período se le ha denominado «Reacción Conservadora».

Siempre en Centroamérica y de manera generalizada podemos afirmar que es a partir de la implementación de las reformas liberales de inspiración positivista entre 1870-1890, cuando se comienzan a extender un conjunto de medidas anticlericales que comenzarán a disputar los privilegios de la Iglesia. En Honduras, siguiendo esta dinámica, será en 1876 con el gobierno liberal del doctor Marco Aurelio Soto y su primo Ramón Rosa donde se comienzan a aplicar medidas verdaderamente trascendentales destinadas a la abolición de los privilegios coloniales de la Iglesia.

El Estado liberal no era antirreligioso y el conflicto con la Iglesia fue más que todo socioeconómico, pues las relaciones que mantenía la Iglesia sumado a los privilegios y propiedades representaban un obstáculo para el proyecto modernizador del Estado y una traba a las nuevas relaciones capitalistas emergentes.  Siguiendo esta lógica, el gobierno de Soto y Rosa decretó la libertad de cultos, secularización del registro de las personas y los cementerios, abolición de los diezmos y promulgación de una educación laica.

Danlí comenzará a experimentar las primeras medidas liberales y anticlericales durante el año de 1878 cuando se comienza a protestar en contra del diezmo por parte del abogado Bruno Arriaga y los miembros del Consejo Municipal. El argumento sostenido por parte de los concejales se basaba en la naturaleza del mismo diezmo, pues este se consideraba antieconómico al ser una contribución desigual e injusta para los agricultores que escasamente obtenían las cosechas necesarias para subsistir. De esta forma, la municipalidad pidió formalmente la abolición absoluta de esta contribución al gobierno2.

Al año siguiente, el 8 de marzo de 1879, se publica en el periódico La Gaceta, un acuerdo en el que se autorizaba a la municipalidad de Danlí establecer una escuela de enseñanza secundaria para comenzar a fomentar una educación laica. El ministro general Ramón Rosa también autorizó la expropiación de los bienes pertenecientes a las cofradías y archicofradías de la parroquia de Danlí afín de que, con su producto y parte de los fondos municipales, se destinarán a la compra de un local para establecer y mantener dicha escuela3.

En el ámbito literario, la influencia anticlerical se percibe a través del órgano de difusión el ideario liberal llamado «El piloto» emitido a partir de 1899. Entre los objetivos del semanario se encontraba el combatir el fanatismo religioso y la superstición a través de la instrucción pública, por lo que en sus páginas se publicaban artículos, opiniones y comentarios sobre dicha temática.  De igual forma el quincenario danlidense «El Diablo» circuló a partir de 1902 con el lema «defender el amor libre y atacar a la Iglesia Católica4» y fue dirigido por Ismael Gamero y Manuel de Adalid y Gamero.

Dentro de algunos intelectuales anticlericales en Danlí tenemos a la escritora y novelista Lucila Gamero de Medina y su hermano el músico Manuel de Adalid y Gamero. La posición de Lucila Gamero ante la Iglesia se concretó a través de sus novelas y especialmente «Blanca Olmedo» en la cual denunciaba al poder eclesiástico.

Por su parte Manuel de Adalid y Gamero consideraba, según sus diversos artículos publicados en semanarios y en revistas, al fanatismo religioso como un peligro tanto para la estabilidad política y social como al progreso y la razón, además de denunciar que los obstáculo para el desarrollo económico del municipio, se podrían solventar a través de un sistema educativo integral que garantizase el triunfo de la razón y la tolerancia.

En el caso del gobierno municipal danlidense de principios del siglo XX, este por lo general fue tolerante con la institución católica y sus representantes, y aunque no manifestaron concepciones anticlericales tan beligerantes, si conocían cuales eran los límites entre el Estado, la sociedad civil y la Iglesia, por lo que amparados en un cuerpo legal, ejercían autoridad sobre la parroquia cuando se trataba de asuntos de interés para la comunidad.  De esta manera, tanto en materia literaria, como intelectual y gubernamental, en Danlí se observan manifestaciones anticlericales desde el último cuarto del siglo XIX como producto de un moderado movimiento anticlerical en Honduras iniciado con los reformadores liberales.

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