28 Enero 2017
Por: Juan Manuel Aguilar Flores
El origen y modelo de la organización religiosa del Nuevo Mundo está en formato de la iglesia de Granada (España), en Bula Papal de Alejandro VI (1541-1503), los reyes de España fundarían y dotarían a las iglesias en Indias Occidentales de sus accesorios, a cabio de percibir a perpetuidad los diezmos. En 1511, fue declarado que el diezmo que la iglesia percibiría no gravaría el oro, la plata y otros metales, éstos correspondían a la Corona. En otras palabras, hubo dos diezmos, uno de la iglesia y otro para el rey. Este último llamado “Diezmo”, propia de la minería, aplicado cuando la actividad extractiva estaba en crisis. En periodos de auge, este gravamen se denominó “Quinto Real”. Los frutos del campo, de animales y de la industria según costumbres de Sevilla correspondían a la iglesia. En la Nueva España (México) estaban obligados a pagar el diezmo los agricultores, ganaderos españoles, criollos y mestizos. Los indios estaban exentados, en vista de pagar tributos en especias y labores. Algunos indígenas fueron supeditados a entregas el diezmo cuando lo que cultivaban o criaban era de origen europeo, para el caso, el trigo.
Los productos agrícolas y de la ganadería entregados como el diezmo eclesiástico, eran vendidos y lo recolectado en monedas se entregaba a personas nombrada para tal fin, efectuando registros en “libros especiales”. Anualmente, el diezmo recolectado era enviado a México o España, repartiéndose en cuatro partes iguales: cuarta parte para el Obispo de la Diócesis, otra cuarta al Cabildo Eclesiástico y las dos cuartas partes restantes se subdividían en nueve partes (novenos) distribuyéndose así: dos novenos a la Corona, tres novenos a la construcción de iglesias, conventos, hospitales, cementerios y los cuatro restantes al estipendio de los curas.
Por Real Cedula de 17 de mayo de 1591, fue permitido a particulares –según sus facilidades- ayuda a construir iglesias, monasterios, hospitales, capillas y demás obras pías. La corona siempre estuvo pendiente de lo anterior. Prueba de esto: “Yo el rey… encargo al Obispo de esta iglesia y a los de Chiapas, Nicaragua y Honduras, envíen relación muy particular del estado en que se halla la fábrica de sus iglesias y que si no estuviere acabada en toda perfección cuiden mucho de que se concluyan en la mayor brevedad posible…”. A medida que se informaba a las autoridades de la Metrópoli, se expidieron órdenes a fin de cambiar los materiales de construcción de inmuebles religiosos, de perecederos no a perecederos, en especial los cimientos, que fueran de piedra. Las 2 Ordenes Religiosos que trabajaron en nuestro país; Mercenarios y Franciscanos, dejaron muchos escritos exponiendo la dificultad que tenían con abastecerse de los vinos de consagrar para culto religioso.