10 Diciembre 2016
El 13 de diciembre de 1909, y desde la ciudad de Puerto Cortés, el prominente ciudadano hondureño, Doctor y General Miguel Oquelí Bustillo, dirigió un mensaje al entonces Presidente de la República, Doctor y General Miguel R. Dávila, en el que emitió juicio desinteresado e imparcial acerca de la personalidad del Doctor y General Domingo Vásquez.
El notable militar y viajero y expresidente progresista de la República, había muerto en Tegucigalpa, pasadas las nueve de la noche del 11 de diciembre de ese año. Había tocado al General Vásquez cerrar sus ojos cuando mandaba el partido que más lo había deturpado y combatido, pero cabría al Doctor y General Dávila, patriota íntegro y hondureño cabal, hacer los honores de su alto rango al expresidente que intentó civilizar a Honduras a la brava y que fracasó estrepitosamente en su empeño.
El Doctor y General Miguel Oquelí Bustillo, que había recibido gravísima lesión de guerra combatiendo contra las tropas de Vásquez y que con el liberalismo policarpista había dado guerra sin cuartel al pariente y rival de don Policarpo, lo enjuició ahora, en forma breve, pero exacta, por medio del siguiente mensaje:
“Puerto Cortés, 13 de diciembre de 1909. Señor Presidente. He tomado nota de su telegrama de ayer, en que se sirve participarme el fallecimiento del señor General Domingo Vásquez, acaecido el 11 a las 9:00 p.m., y que el Gobierno, reconociendo sus méritos y su carácter de expresidente de la República, tomó a su cargo las honras fúnebres, decretándolas en relación con aquella alta investidura.
La muerte del General Vásquez debe estimarse, a mi juicio, como pérdida nacional. Juzgado el General Vásquez desapasionadamente, como debe juzgarse a los hombres, su nombre ocupa el lugar que corresponde a los centroamericanos ilustres.
Hombre de poderosa inteligencia, de grandes energías y de grandes experiencias en asuntos de administración pública, seguro estoy de que si hubiera podido consolidarse en el poder, habría sido el mejor entre los mejores presidentes de Centro América. M. O. Bustillo”.
Así, un liberal intachable, hizo el elogio cabal de un hondureño incomprendido por los hombres de su tiempo. Así un hondureño honrado probó una vez más que los que se dice contra los hombres en los momentos de agitación de partidos políticos, carece de mérito. Solo vale el juicio sereno, emitido en las horas de paz.