29 Octubre 2016
Por: Ismael Zepeda Ordóñez.
“El 17 de octubre en la tarde, salió de saquí con algunos amigos el General don Mariano Bertrand Anduray para recoger algunas armas”.2 Entre esos “amigos” se encontraba el Bachiller en Ciencias y Letras Carlos Arturo Contreras Zúñiga con apenas 26 años. Esa experiencia dolorosa del asesinato del General Bertrand Anduray en la comunidad de El Carreto, entre Reitoca y Alubaren, marcó su vida y lo acompañó en el transcurso de su tiempo en esta tierra. La fallida experiencia de octubre de 1948 contra el gobierno de Carías Andino es su punto de partida para interpretar la historia nacional y los protagonistas y además, realizar un análisis del Partido Liberal y sus caudillos, particularmente sobre la figura de José Ángel Zúñiga Huete en la metamorfosis de caudillo sui géneris.³
Por su vinculación en la frustrada campaña contra el gobierno de Carías, salió hacía Guatemala en donde permanece algunos años, iniciando estudios de Psicología en la Universidad de San Carlos. Su participación, evaluada a lo lejos, en la campaña militar del General Mariano Bertrand Anduray, le dejó un sabor amargo y un sentimiento encontrado ante la dirigencia del Partido Liberal. Reconocía que la campaña militar contra Carías Andino fue un fiasco de principio a fin, teniendo el acontecimiento presente en sus análisis es importante señalar que las condiciones militares, pero sobre todo políticas, no han sido estudiadas documentalmente. El papel de Zúñiga Huete es objeto de controversia, aún cuando en su “Autobiografía” (1970. Comayagüela. Imprenta Cultura. P. 58) expresa: “Porque el núcleo medular de la empresa se confió a jefes que vendrían en dos aviones del exterior”. Los biógrafos oficiales de Zúñiga Huete sobre el particular solo resaltan: “Se gesta un movimiento revolucionario por parte de los liberales que fracasa el 7 de octubre de 1948, y Zúñiga Huete tiene que alistarse en la Legación de Cuba y de allí a la ciudad de México (Bibliografía de José Ángel Zúñiga Huete. José Ayax Zúñiga T. y Mario Hernán Ramírez. (2003) Tegucigalpa. Litocom. Pág. 16) por ello, el periódico “Honduras Nueva” en su editorial del 29 de octubre de 1948, “Sensacionalismo amarillista”, concluye: “Aquí, por más que digan y quieran, no ha pasado nada”.
El 31 de octubre de ese mismo año, el mismo periódico, resalta las declaraciones del ingeniero Héctor Medina Planas, representante de Zúñiga Huete, manifestando que la publicación en el Diario La Prensa de Managua del 14 de octubre sobre el llamado a la rebelión contra el gobierno Cariísta: “era inexacta”. En la misma edición, a gran titular, el hijo del general Bertrand Anduray en una carta pública, manifiesta: “Acuso ante el pueblo hondureño a Ángel Zúñiga Huete y a los dirigentes del Partido Liberal de ser los primeros culpables por la muerte de mi padre”. El relato destaca la forma cruenta y bárbara del asesinato del general Bertrand Anduray. Sus principales colaboradores se dispersaron y disertaron inmediatamente al tener noticias de la muerte del General. En ese grupo Carlos Arturo Contreras Zúniga busca otros rumbos. En el caserío El Carreto, se encontró con el trágico destino el primer diputado que presentó una iniciativa para conceder los derechos políticos a la mujer hondureña, Mariano Bertrand Anduray.
La experiencia traumática de la campaña, sobre todo por afirmar que era testigo presencial del asesinato, acompañó a Carlos Arturo durante el resto de su vida. En un último trabajo enviado desde Clovis para la Revista Política, cuyo director el poeta don Óscar Acosta me permitió leer, expresa fuertes juicios sobre el papel de Zúñiga Huete en la frustrada campaña contra Carías Andino. Sus apreciaciones sobre “El León del Liberalismo” y la incoherencia política en la estrategia contra la dictadura, parecen marcar ese trauma hasta el final de sus días.
Lo conocí en el Archivo Nacional consultando los periódicos de 1930-1940, que le sirvieron para documentar su trabajo sobre la campaña de 1932. En las visitas periódicas entre 1999-2004, me comentó sus conversaciones con Villeda Morales sobre el futuro del Partido Liberal. A Villeda Morales, según él, le preocupaba el destino del liberalismo en manos de Rodas Alvarado y la carencia de una organización que integrara nuevos modelos de dirección acorte con la coyuntura histórica que vivía el país, y que el partido dejara de ser un instrumento electorero. La democracia hondureña requería de modelos políticos dinámicos y organizativos para enfrentar los retos del desarrollo social.
Pese a sentirse desvinculado del Partido Liberal, Carlos Arturo mantenía sus simpatías por ese instituto político. En el artículo “El embrollo político de 1923-1924” (Revista Política de Honduras. Número 18, junio de 2000, páginas 119) se queja que los escritores Lucas Paredes y Gustavo A. Castañeda: “Sentían odio por el Partido Liberal”. Otro de los aspectos en la carrera profesional de Contreras Zúniga es su formación en psicología, cuyo paradigma metodológico lo incorpora a su análisis político, sobre todo el modelo freudiano del análisis sociológico. Enfatiza la necesidad de estudiar a fondo la mentalidad del hondureño para comprender sus emociones y depresiones (inmovilismo) en la conducta política, llevándolo a formular una tipología: homo políticus hondurerensis” en la búsqueda de herramientas interpretativas del modelo social y cultural hondureño. En el periódico “El Ciudadano, Darío Liberal al servicio de la oposición”, el 28 de septiembre de 1948 publicó un artículo titulado “Hombres e Ideologías”, en cuya perspectiva destaca: “Las ideologías políticas no se comprenden sino los hombres que las sustenten”.
Para 1946 inició sus trabajos en la revista “Repertorio de Honduras” de Salvador Turcios Parra y en el diario “El Norte” de San Pedro Sula. Sus artículos pronto despertaron las sospechas de los esbirros de la dictadura caristia y estuvo recluido en la Policía Central de Tegucigalpa. Fundó el semanario “Juventud Liberal” en 1948 al amparo de la apertura de la campaña presidencial convocada el 27 de enero. Instalado en Guatemala ingresó a la Facultad de Humanidades de la Universidad San Carlos y mantiene colaboraciones en el semanario “Vanguardia Revolucionaria” editado en San Pedro Sula como órgano del Partido Revolucionario Democrático. Recibe una beca en la Universidad Brigham Young en Utah donde contempla su formación en Psicología. Obtuvo un doctorado en Historia por la Universidad de California. Fue catedrático en la Universidad de Fresno durante muchos años. Casado con Hada Margot López Aguilar formó su familia. Siempre informado de los eventos de Honduras, de tanto en tanto, nos compartía sus observaciones sobre los hondureños protagonistas. En el suplemento dominical de La Tribuna: “Anales Históricos” del 11 de mayo de 2008 hace una semblanza del doctor en Pedagogía Miguel Navarro Castro. Sus apreciaciones sobre Navarro son una especie de reflexiones sobre sí mismo: “La noticia de su fallecimiento no causó gran revuelo porque Honduras nunca estuvo consciente del valor que representaba”.
En resumen, Carlos Arturo Contreras Zúniga fue un apasionado estudioso de los acontecimientos históricos de su patria y un permanente cuestionador de la actitud del hondureño frente a los eventos nacionales. Desde sus primeras contribuciones en el quincenario “El Repertorio de Honduras”, bajo la dirección de Salvador Turcios h; intentó una aproximación por explicar la mentalidad conformista del hondureño y su indiferencia a la crítica de la actividad política, y el comportamiento gregario en la militancia partidaria. Sus primeros ensayos rebeldes contra la administración Carías Andino y la fracasada campaña con el General Mariano Bertrand Anduray en octubre de 1948, le permitió, tempranamente, esbozar el comportamiento político del hondureño y estudiar de cerca a los miembros de la clase política, y de manera particular a los afiliados al Partido Liberal.
En la ciudad de Clovis, California, falleció el doctor en Psicología e Historia, Carlos Arturo Contreras Zúniga, el 25 de septiembre de 2008. El partido de la enseña rojo y blanco no emitió una esquela de duelo, igual como ocurrió en la persona del historiador y político don José Dolores Gonzales Vallecillo, diputado a la Asamblea Constituyente, 1980-1981. Nuestras instituciones políticas siempre de espaldas al devenir histórico. A ellos dos, nuestras muestras de recordación florida.