Lea Honduras

  • Aumentar fuente
  • Fuente predeterminada
  • Disminuir fuente

‘No es cierto que la paranoia belicista de Álvarez incomodara al presidente Reagan

03 Septiembre 2016

 

Señor

Coordinador de la sección “Anales Históricos”

Lic. JUAN RAMÓN MARTÍNEZ

Diario LA TRIBUNA

Ciudad.

He leído con detenimiento “La Trama que Derrocó al General Álvarez, tejida por Oficiales Reformistas”, artículo aparecido en la edición impresa del viernes 6 de abril de 1984 del diario El País, Madrid, España y reproducido en su totalidad en su sección “Anales Históricos” de LA TRIBUNA del 20 de agosto de 2016. No obstante que a veces  los aspectos históricos son  prohijados según el enfoque y valores políticos del autor, sobre este particular me permitiré 

apuntar su perfil que es muy importante para un análisis más concienzudo y claro y algunas  otras complementariedades sin pretender con ello minimizar el contexto del artículo muy profesional del periodista Jesús Ceberio, Enviado Especial del diario español:

  1. El general GUSTAVO ADOLFO ALVAREZ MARTINEZ era un egresado del Colegio Militar de la Nación, ubicado en El Palomar, provincia de Buenos Aires, República de Argentina. En tal sentido habría que evaluar las doctrinas y las enseñanzas que se le inocularon en ese país en sus cinco años como Cadete hasta obtener el grado de Sub-Teniente en el arma de Infantería. Hay que recordar que el Ejército Argentino ha sido uno de los más conservadores y los niños  consentidos del Pentágono, relaciones que se consolidaron con sus “guerras sucias” de la Operación Cóndor a  un nivel tal que confiaron que su invasión a las islas Malvinas en abril de  1982 contarían con su respaldo y aquiescencia. ¡Para el imperialismo norteamericano pesaron más sus relaciones y sus intereses con Inglaterra que con la Argentina!
  2. Su formación militar y su ideología conservadora eran indeclinables y tuve oportunidad de conocerla cuando fue Comandante –con el grado de Capitán- del Centro de Instrucción Militar ubicado en el sector de Salamar, zona sur del país y dependiente a la sazón de la Primera Zona Militar y de la cual fue miembro en los meses de noviembre y diciembre de 1970. Era un centro que daba sus incipientes pasos en la vida militar.
  3. Su formación militar e ideología conservadora (o derechista, si se quiere) lo llevaron a destacarse ya como Jefe del Cuarto Batallón de Infantería con sector de responsabilidad de La Ceiba y es del dominio público la forma de su abierto enfrentamiento con los sectores campesinos y de las asociaciones de bananeros independientes que luchaban con las  empresas transnacionales yanquis. En el sector de Isletas quedaron escritas las páginas gloriosas de este enfrentamiento con el Teniente Coronel Álvarez Martínez, como uno de sus principales protagonistas.
  4. Su carrera militar fue vertiginosa. Sus ascensos militares también. En 1974 ostentando el grado de Mayor de Infantería ocupó la plaza de Jefe del Departamento de Operaciones y Adiestramiento del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas (G-3); en febrero de 1975 ya con el grado de Teniente Coronel ocupó la Comandancia del Décimo Batallón de Infantería ubicado en Marcala para dirigir posteriormente el Cuarto Batallón de Infantería de la ciudad de La Ceiba; posteriormente se le nombró Comandante General de la Fuerza de Seguridad Pública (FUSEP) para culminar con su selección por parte de los señores diputados del Congreso Nacional como Jefe de las Fuerzas Armadas de Honduras con el respectivo ascenso a General de Brigada.
  5. Hasta su defenestración como Jefe de las Fuerzas Armadas siempre creí que el general –ascendido a otro escalón como General de División en un tiempo récord de nueve años (1974-1983)- 0era “el hombre del Pentágono” porque su selección afectó, indefectiblemente, a oficiales superiores más antiguos como al Coronel César Augusto Elvir Sierra, alumno graduado de honor del Colegio Superior de Guerra de México; al Coronel Ramón Reyes Sánchez; al Coronel Esteban Elvir Argeñal; al coronel e ingeniero Julio Ernesto Pérez Matamoros, egresado de la academia militar norteamericana de West Point y otros oficiales que se me escapan pero que eran de mayor antigüedad que el general Álvarez.
  6. No es cierto como dice el articulista español que Álvarez “Rompió la alianza con la vieja guardia de los coroneles…”. Es del dominio público que durante el último gobierno militar de Oswaldo López Arellano endilgado de reformista por su programa de Reforma Agraria ejecutada por el Director del INA Teniente Coronel y Abogado Mario Maldonado Muñoz, con la llegada del Movimiento de Oficiales Jóvenes (MOJ) en abril de 1975 conformado por oficiales de escuela, dio al traste con los coroneles de línea que efectivamente apoyaban las reformas y Juan Alberto Melgar Castro de sesgos conservadores, ya como Jefe de Estado al ser defenestrado López Arellano, envió al “exilio” a Maldonado como Agregado Militar de la Embajada de Honduras en Washington. Cuando Álvarez Martínez llega a la Jefatura de las Fuerzas Armadas en enero de 1982, ya estos oficiales “reformistas” dominaban el panorama militar.
  7. No es cierto a la luz de los acontecimientos que “la paranoia belicista de Álvarez incomodaba al presidente Reagan en vías de reelección…”. Recordemos la postura belicista de Reagan respecto a las posiciones revolucionarias del gobierno de Nicaragua, recordemos las camisetas que portaba Reagan con el eslogan “Yo soy Contra”. Recordemos también la destitución exabrupta del anterior embajador estadounidense que sustituyó John Dimitri Negroponte, “halcón” que fue traído de Vietnam para “asesorar” a las fuerzas militares hondureñas en sus enfrentamientos verbales con las fuerzas militares nicaragüenses.
  8. La otra historia cuenta que Álvarez Martínez envió al inspector General de las Fuerzas Armadas a hacer un recorrido por las unidades militares para conocer de su apresto y avituallamiento en caso de un enfrentamiento militar con Nicaragua y, según sus informes, se encontró con manifiestas debilidades en materia de entrenamiento lo que originó el enojo del general Álvarez y convocó a una reunión urgente con los comandantes y, allí, les amenazó a TODOS con la destitución como castigo de sus irresponsabilidades. Eso, me imagino, originó el pandemónium en su contra.
  9. Dice el articulista que “al preguntar el general Álvarez el porque de su destitución” un coronel de Aviación en condición de retiro le respondió que “por la corrupción, por los desaparecidos y por la creación de cuerpos paramilitares”. Pero cosa extraña …dice el periodista Ceberio “a los golpistas originarios les interesaron más los puestos de mando de Batallones operativos…”. ¡Claro en los batallones se manejan las casillas presupuestarias de alimentación de tropa, oficiales, avituallamiento, mantenimiento, planillas de pago, etc. etc.! Y aquí es donde la mula boto a Genaro! Después de la caída de Álvarez siguió la de Walter López Reyes y Arnulfo Cantarero López… pero de ello no sean tejido ninguna clase de comentarios! Los golpes de barraca posteriores son más que elocuentes!
  10. En mi criterio particular pienso que la caída de estos jefes militares se deben a la ausencia del síndrome “Omar Torrijos”, el general que gobernó Panamá. Cuando el general Torrijos andaba fuera del país un grupo de oficiales pretendió defenestrarlo pero fue respaldado por la tropa que este hecho no se materializara. Y ello fue producto porque Torrijos confraternizaba con su tropa, almorzaba y cenaba a su lado y estaba pendiente de cualesquier problema de tipo personal. ¡Torrijos era adorado por su tropa! Yo estuve dos años en el Décimo Batallón de Infantería y JAMÁS vi en persona a Oswaldo López Arellano, Jefe de las Fuerzas Armadas.

Le saluda

CÉSARA UGUSTO BONILLA OCHOA