16 Abril 2016
Por: Ismael Zepeda Ordóñez.
Cuando el Ilustre soldado de la patria y benemérito general Trinidad Cabañas Fiallos fue electo presidente de Honduras por la cámara legislativa, el 3 de febrero de 1852, los saludos de las municipalidades llenaron las páginas del Diario Oficial. Esas simpatías y festejos tuvieron su eco, más allá del Goascorán. El periódico El Siglo de San Salvador en su edición del martes 24 de febrero de 1852, declara: “Y ¿Quién duda que el benemérito general Cabañas sabrá corresponder a la confianza que en él depositaran los pueblos? Educado desde la cuna en la escuela de la libertad será el más firme apoyo de las instituciones republicanas. Persuadido de que la desunión y aislamiento de los Estados, los hará desaparecer del catálogo de las naciones independientes, sostendrá el principio de la nacionalidad proclamado con tanto entusiasmo por Nicaragua, El Salvador y Honduras. Instruido en la funesta escuela de nuestras desgracias, de los males que ofrecen los trastornos públicos, será un baluarte inexpugnable contra los tiros del audaz revolucionario. Dotado de un tino y prudencia exquisitos, que le han granjeado la estimación y aprecio de todos los hombres y de todos los partidos, mantendrá la buena
armonía que existe con los demás Estados, y afianzara para siempre la paz que felizmente disfrutamos”, se inserta en el número 85 del 27 de febrero los documentos de proclama del general Cabañas a los salvadoreños, y el saludo de felicitación de la municipalidad de Tegucigalpa con la expresión: “La Municipalidad representando exactamente el sentimiento uniforme de este ilustre vecindario, os saluda y aplaude la elevación al gobierno del hombre del pueblo, del soldado de la Libertad.” La municipalidad de Comayagua lo saluda y se hace pública una canción en su honor: “Himnos melifluos, cantad. Al campeón inmaculado, ínclito ilustre; soldado mártir de la libertad. Todos, todos entonad. Y lo proclaman ¡oh Washington de Honduras! Sin embargo, al cabo de tres años y meses más tarde, las mismas municipalidades que le cantaron y elogiaron por su ascenso, se pronuncian por desconocer su gobierno y dan la bienvenida a las huestes del general Juan López al servicio del general Santos Guardiola desde Guatemala, apoyado por el gobierno de Rafael Carrera. En octubre de 1855, el gobierno de Cabañas sucumbe y se autoexilia en San Salvador. Se llama al vicepresidente Santiago Bueso, que había sustituido a Francisco Güell, electo en 1852 y que renunció al inicio de las hostilidades en 1853; para ocupar la titularidad del Ejecutivo y este presenta su renuncia. Se nombra el senador Francisco Aguilar como presidente interino. Y se inicia una persecución contra los seguidores de Cabañas. En medio de la tempestad, la Cámara Legislativa toma la siguiente decisión: “Papel sellado. DUL, Comayagua, diciembre 17 de 1855. Señor director de Rentas. Francisco Aguilar, Senador encargado del Poder Ejecutivo del Estado de Honduras. Por cuanto los señores representantes secretarios de la Asamblea General, se han servido comunicarme el decreto siguiente: La Asamblea General del Estado de Honduras. Considerando constitucionalmente fundada la acusación que se ha presentado ante este supremo cuerpo contra el señor general presidente don Trinidad Cabañas y sus Ministros, Presbítero don Ramón Mejía y don José María Cacho por infracciones de la ley fundamental en el ejercicio de sus funciones oficiales, decreta. Artículo 1º. Se ha por admitida la susodicha acusación contra los señores don Trinidad Cabañas, presbítero don Ramón Mejía y don José María Cacho. Artículo 2º. Se instruirá la correspondiente causa por los representantes señores general don Francisco Lope, don Francisco Verde, licenciado don José María Rojas, don Miguel Midence y don Francisco Alvarado; electos por la suerte conforme al artículo 77 de la Constitución. En consecuencia, los pueblos del Estado no deberán reconocer a los acusados como funcionarios públicos, ni prestarles obediencia, según se ordena en el artículo 79 del mismo Código. Pase al Supremo Poder Ejecutivo del Estado de Honduras en el salón de sesiones, a 15 de diciembre de 1855. F. Estrada, diputado presidente. Pedro Ramírez, secretario. Francisco Alvarado, diputado secretario. Por tanto, ejecútese. Lo tendrá entendido el ministro general y dispondrá se imprima, publique y circule. Dado en Comayagua en la Casa de Gobierno a 17 de diciembre de 1855. (F) Francisco Aguilar.
Y lo transcribo a usted para su inteligencia y fines consiguientes, esperando aviso de su recibo y que admita mi aprecio. (f) Meza”. [José]