14 Noviembre 2015
Por: Ismael Zepeda Ordóñez.
Siempre que nos ocupamos de la historia de la diplomacia hondureña, particularmente durante el siglo 19, tenemos el propósito de brindar datos y crónicas de eventos muy desconocidos en nuestro medio, y son fruto de años de investigación en el Archivo Nacional y en fuentes extranjeras. Una particularidad que encontramos en los nombramientos de agentes diplomáticos es que los enviados extraordinarios y ministros plenipotenciarios de Honduras recomiendan a personajes para cargos de menor rango, cuyos hechos y antecedentes personales no figuran en la correspondencia oficial del Estado. Por eso se explican los escándalos en que se vieron involucrados diplomáticos al servicio de la nación, y no disponemos de información para contestar o aclarar los incidentes. Su conducta, datos personales y otros cargos eran desconocidos por la Sección de Relaciones Exteriores encargada de llevar el registro de los nombramientos diplomáticos en el exterior. Una de las pocas excepciones es la propuesta del ministro de Honduras en Washington don Felipe Molina Bedoya, recomendado el nombramiento de Fernando Lorenzana, Marqués de Belmonte, como agente de negocios de Honduras ante la Santa
Sede en 1851 al ministro de Relaciones del supremo gobierno de Honduras, redactada en la forma siguiente: “CONFIDENCIAL. Nueva York, 22 de octubre de 1851. Muy señor mío de mi mayor aprecio: inspirado por sentimientos de justicia y gratitud hacia el señor Marqués de Lorenzana, quien como ministro de Costa Rica cerca de la Santa Sede, ha representado y representa tan dignamente aquella república y prestándoles servicios de la mayor importancia, y conociendo la constante necesidad que todos los gobiernos de Centroamérica tienen más o menos de acreditar agentes en Roma para los diversos negocios que a cada rato les ofrecen, me tomo la libertad de recomendar a la atención de usted las buenas circunstancias y eminentes calidades que concurren en el enunciado Marqués de Lorenzana. En el adjunto pliego que me hago el honor de acompañarle encontrará usted una noticia exacta de los antecedentes de dicho caballero, al cual he tenido ocasión de conocer y tratar personalmente en Italia, habiendo después sostenido con él una dilatada correspondencia, como agentes ambos de un mismo gobierno. De este modo he podido juzgar de su carácter y capacidades, cabiéndome la satisfacción de asegurar a usted, que a ninguna otra persona podría ese gobierno encomendar sus asuntos con más ventaja que al señor Lorenzana, pues su posición social, la larga experiencia que tiene de la Curia Apostólica, sus luces, su actividad y discernimiento, lo soy su muy atento servidor y amigo. Que beso sus manos. (F) F. Molina”.
¿Quién era Fernando de Lorenzana, Marqués de Melmonte? Nació en México el 6 de abril de 1808, hijo de Alejandro Chevalier de Lorenzana y María Sánchez García. Nombrado en 1829 por el Libertador Simón Bolívar, secretario de la Legislación de Colombia cerca de la Santa Sede. Recibió del presidente Francisco Santander el grado de Capitán, y el cargo de secretario de la Legación de Nueva Granada en Roma, 1833.
Encargado de negocios de la República de Nueva Granada hasta julio de 1839 ante el Vaticano. Gestionó el reconocimiento de la Corte de Roma de la República de El Ecuador, 1838, y nombrado encargado de negocios de esa nación. Representó a Nueva Granada en Londres entre 1840 y 1841. Ministro de Ecuador ante la Santa Sede en 1848. Ministro de Costa Rica en Roma. Casado en primeras nupcias con la condesa Catarina Negrone, hija del Conde Antonio y de la Duquesa Carolina Caffarelli, el 3 de febrero de 1838. En segunda nupcias, 27 de abril de 1843, con la Baronesa Luisa de Brinder Kriegelstein, hija del Barón Charles y de Ana de Fialler, noble húngara. Su padre era consejero en las Cortes de Austria. Un diplomático experimentado, con amplia trayectoria en las plazas de la Santa Sede y acreditado por varios gobiernos latinoamericanos ante la silla de San Pedro.
El gobierno de Juan Lindo, 1847-1852, no atendió la propuesta del ministro en Washington Felipe Molina, hijo del prócer centroamericano don Pedro Molina y Dolores Bedoya, pese a las credenciales del candidato. Desconocemos a fondo las razones de no darle trámite a tal solicitud. Sin embargo, es muy probable que el presidente Lindo considerara la presencia de un diplomático en la Santa Sede como una actividad poco efectiva para los intereses de Honduras, ya que la sede episcopal no estaba vacante; sin contar que varias naciones latinoamericanas ya tenían acreditadas representaciones en la Corte del Vaticano; o quizás, estimaba que su gestión gubernamental ya estaba concluyendo y no quería dejar compromisos económicos al nuevo gobierno. hay que advertir, que el interés del Estado de Honduras por tener el reconocimiento de la Santa Sede como Estado independiente, separado de la República Federal y establecer relaciones diplomáticas con varias naciones europeas fue una preocupación de política exterior del gobierno del general Francisco Ferrera, 1841-1844.