Lea Honduras

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“Doña Clemen”

Por: Segisfredo Infante

Cuando un ser humano juicioso sobrepasa los cincuenta años de edad, tiende a recordar con mucha precisión las cosas apegadas a la mente y al corazón que le ocurrieron a lo largo de sus tres juventudes, y con bastante imprecisión, o borrosidad, los hechos y las conversaciones de los últimos quince o veinte años. Así que recuerdo con absoluta nitidez mis antiguas y largas conversaciones con Josecito Bobadilla, Nohelia López, Miguel Ángel Osorio, Pedro Morazán, Oscar Soriano, Mario Arita, Roberto Robleda, Mario Membreño G., Roque Ochoa Hidalgo, José María Espinoza, Paulino Valladares (nieto), Medardo Mejía, Jorge Bulnes, Ramón Oquelí, Oscar Falchetti, Carlos López Osorio (o Abel Herrero), Manuel Salinas Paguada, Luis Martín Alemán, Fausto Maradiaga, Guillermo Emilio Ayes, Juan Antonio Vega, Reina Amaya, Julio Rodríguez Ayestas, Mario Felipe Martínez Castillo, Edilberto Cardona Bulnes, Eliseo Pérez Cadalso, Antonio José Rivas, Atanasio Herranz y Elvia Castañeda de Machado, para solo mencionar algunos nombres de las personas especiales que han cruzado, en forma singular, por mi muy precaria existencia.

En los recuerdos quedó grabado que el primer libro de Clementina Suárez que tuve entre mis manos fue un volumen subtitulado “Corazón Sangrante”, con ilustraciones de varios pintores, entre ellos el mexicano Diego Rivera. El texto era parte de un lote de quince libros que en 1972 me había ganado en un fervoroso concurso de oratoria en el Instituto Central “Vicente Cáceres”; el cual después me lo “decomisó” un primo hermano cuya verdadera pasión por la lectura nunca se logró demostrar. Y aunque casi siempre fui un mal orador ante las vastas concurrencias, estando en primer año de educación secundaria habíamos logrado vencer, en tres rondas de vacía retórica estudiantil, a más de doscientos cincuenta líderes y dirigentes centralistas. Por cierto que algunos personajes “adolescentes” que frisan o sobrepasan los sesenta años de edad quieren, hoy en día, pasarme su factura rencorosa, o acomplejada, por haber sido un líder espontáneo y genuino (honesto hasta dar náuseas) en mis tiempos de primera adolescencia en el “Siempre gris y heroico Instituto Central”, tal como lo repetía el extraordinario orador, profesor de matemáticas, don Fausto Hernández. Desde entonces comencé a interesarme por la figura de “Doña Clemen”.

Pues bien. La primera vez que tuve ocasión de conversar con la atrayente poetisa olanchana, fue en el doble homenaje póstumo al dirigente indígena peruano Túpac Amaru y al escritor hondureño Medardo Mejía, quien ya había fallecido. La conferencia central fue ofrecida por mi amigo el cultísimo y prudente escritor uruguayo don Oscar Falchetti. Quise conversar con “Doña Clemen”, pero el doctor Manuel Salinas me llevó hacia un rincón expresándome que la querida escritora tenía (ya con sus tragos) la mala costumbre de insultar o maltratar a sus mejores amigos, incluyéndolo a él, y que yo me “la iba a ganar” sin haberla provocado. Después pude apreciar a la guapa señora en eventos de literatura y en exhibición de exquisita ropa francesa, que al parecer a ella le encantaba.

En cierta ocasión, conversando con don Medardo Mejía en su casona de Comayagüela (transcurría 1980), le pregunté por algunos poetas hondureños vivos. Me habló muy bien, únicamente, de don Oscar Acosta. Luego le pregunté qué opinaba él sobre la poesía de doña Clementina Suárez, y evadiendo la pregunta en forma simpática pero elíptica, me contestó con una inocultable sonrisa: “Vea amigo, Clementina es una mujer de diversas generaciones; pero mejor continuemos hablando sobre Alfonso Guillén Zelaya”, quien era, para don Medardo, “un poeta enorme”. Y ahí quedó cerrado el asunto.

Más tarde (¿a fines de 1991?), viniendo con Oscar Soriano de un viaje de trabajo y de compra de libros de San José, Costa Rica, nos enteramos del trágico fallecimiento de la poetisa juticalpense. Me quedé sumido en el silencio recordando las veces elípticas en que nos habíamos accidentalmente encontrado. Pensé con simpatía en su inolvidable poemario “Corazón Sangrante”, y en la importantísima escritora que había dejado de respirar.

 

Última actualización el Lunes, 06 de Mayo de 2013 16:22
 

Poesía sueca en Tegucigalpa

Por Segisfredo Infante

Por extraños designios hemos tenido en la capital hondureña la presencia reciente de un poeta de procedencia uruguaya que es el principal traductor al castellano del poeta sueco Tomas Tranströmer, “Premio Nóbel de Literatura 2011”. Nunca antes en toda la historia cultural, económica y política de Honduras, habíamos saboreado la honra de ser visitados por un traductor directo de un “Nóbel” que acaba de ser galardonado. Mucho menos de un traductor de varias lenguas nórdicas al castellano. Se trata del poeta Roberto Mascaró, quien además de traernos una muestra excelente de su propia poesía del trasmundo, ha hecho llegar a nuestros ojos el “Deshielo a mediodía”, que es una especie de recopilación antológica de la mejor poesía de Tranströmer escrita a lo largo de toda su vida, la cual hemos leído con mucho detenimiento, y la hemos comentado (con la presencia viva de Mascaró) en uno de nuestros programas televisivos de “Economía y Cultura”.

La presencia del poeta y traductor Roberto Mascaró, ha sido posible gracias a las gestiones y concreciones del alcalde Ricardo Álvarez, del poeta Salvador Madrid, de la regidora Lorenza Durón, del grupo “Paíspoesible” y de otros gestores como Rodrigo Wong Arévalo, quien avaló los auxilios de un prestigioso hotel capitalino. Es curioso que la Alcaldía del Distrito Central haya venido llenando aquellos vacíos intelectuales creados por un “simpático” funcionario del Ministerio de Cultura, el que se negó a financiar su compromiso contraído con el “Premio de Novela Corta Centroamericana”, convocado anualmente por la “Sociedad Literaria de Honduras”, que preside Samuel Villeda Arita.

Aparte del espacio en “Economía y Cultura”, hemos tenido ocasión de conversar durante dos sábados seguidos con el poeta Mascaró, en compañía de Salvador Madrid, Rolando Kattan y Lorenza Durón. Hemos detectado y apreciado las tres atmósferas de la obra poética de este singular escritor uruguayo radicado desde 1978 en el extremo sur de Suecia, en donde se combinan –tal como se lo expresamos a él mismo–, los paisajes nórdicos, los mediterráneos y los paisajes caribeños. Lo mismo que sus propios paisajes interiores, cuajados de vivencias reales y de percepciones cinemáticas intransferibles.

Siempre habíamos creído –dentro de la inocencia de un país remoto como Honduras–, que Jorge Luis Borges era el único escritor latinoamericano experto en las sagas de la literatura nórdica, y que, con su fallecimiento, habíamos perdido una de las vetas directas más importantes de la literatura europea de todos los tiempos. Ahora hemos descubierto que Roberto Mascaró es un auténtico experto en la poesía sueca contemporánea y en otras literaturas, viejas y nuevas, de procedencia escandinava, con el privilegio de haberlo conocido personalmente, en su sencillez, en su simpatía y en su profundidad.

“Un río de pájaros” es la obra antológica que condensa lo mejor de la poesía publicada por R. Mascaró, el uruguayo exiliado que se ha convertido en sueco. Así como el siempre recordado escritor don Oscar Falchetti, otro uruguayo del exilio que se convirtió en hondureño, y que supo calibrar como pocos la obra del olanchano Medardo Mejía. Este “río de pájaros” es una alusión directa al significado guaraní de la palabra “Uruguay”, como muestra que el poeta del trasmundo nunca ha olvidado sus raíces suramericanas. En esa poesía detectamos, además, las acotaciones filosóficas (o paradojales), los distanciamientos tecnológicos, y las extrañas recreaciones de personajes del cine y de la vida real como “Pat Garret”, “Billy The Kid” y el genial Marlon Brando, en algunos de los mejores poemas en castellano que hemos leído y paladeado en estos últimos días. Ojalá que Mascaró retorne algún día a estas Honduras, porque encima de recio poeta es el traductor extraordinario de las cuartetas neblinosas de Tranströmer, en tanto que aquí le apreciamos eminentemente

 

Última actualización el Lunes, 06 de Mayo de 2013 16:17
 

Clementina Suárez se casa en El Salvador

Por: Danet N. Gold

clementina-suarezClementina se casó con José Mejía Vides después de haber escrito Creciendo con la Hierba, los poemas que expresan con tanto énfasis el deseo de un compañero cuyo amor abarque y trascienda del aspecto romántico, y uno se inclina a pensar que el motivo de su casamiento lo constituyó el haberlo considerado el hombre idóneo. Ella responde así a la pregunta de si en su relación con Chepe, como todo el mundo llamaba a José, encontró realmente lo que andaba buscando: “Ya incluido el amor, es diferente. Uno puede amar profundamente, pero siempre hay una parte de uno que no se entrega al comprender que no hay una auténtica comunicación con un ser diferente”.

José Mejía Vides había realizado ya una larga e interesante carrera artística cuando, en 1949, desposó a Clementina. Fue en 1918, a la edad de 15 años, cuando dio inicio a sus estudios formales de arte en la Escuela Nacional de Artes Gráficas de San Salvador, la primera academia de artes de la capital fundada apenas cinco años atrás. En 1922, el gobierno mexicano le otorgó una beca de estudios en el Distrito Federal. Se matriculó en la Escuela Nacional de Bellas Artes, donde tomó las clases tradicionales que a la sazón prevalecían, cuales eran las de copiar obras de los grandes maestros. Pronto se despertó en él una gran atracción hacia el arte que se practicaba al aire libre como una novedad fresca y estimulante, convencido de que la pintura con modelos vivos constituía un método de enseñanza incomparablemente superior. También le impresionó muchísimo el apoyo que el gobierno de México proporcionaba a sus artistas a través de exhibiciones de sus obras en la Universidad Nacional y adquisición de las mismas. A su regreso a El Salvador lo inundaba el entusiasmo y trató de persuadir a las autoridades respectivas para que le ayudaran a fundar escuelas de pintura al aire libre y a presentar sus cuadros en la Universidad. Más, El Salvador no se encontraba preparado para adoptar los experimentos radicales del revolucionario gobierno azteca. No existían galerías de arte en aquel tiempo y tampoco había un museo por lo que José, intrépido, montó su primera exhibición en una cancha de basquetbol del Gimnasio Nacional, en 1929. Comenzar a hacer aprecio de la dedicación necesaria para persistir en una carrera artística en El Salvador, es posible mediante la siguiente anécdota: Cierto día de 1934, José, llevado por su costumbre de dibujar y pintar cosas de la vida, salió a dibujar el sketch de un puente que había en su vecindario, cuando de pronto la policía lo sorprendió y arrestó bajo el cargo de estar haciendo “algo prohibido”; lo esposaron y así fue conducido a la cárcel, hasta que un pariente logró convencer al jefe de la policía para que lo dejara libre. Al salir de la cárcel, le advirtieron: “Dice el jefe que no lo vuelva a hacer”¹??.

Maestro de José en México fue el artista japonés Tamiji Kitagawa; los dos convirtiéronse en buenos amigos y Kitagawa introdujo a José en las obras de Van Gogh y Gauguin. José se sintió especialmente inspirado por el diario tahitiano de Gauguin titulado Noa Noa. El artista había ido a Tahití en busca de su misterio ancestral, tradiciones indígenas y creencias, y profundamente deprimido porque en Papeete, la capital, esto era ya cosa del pasado, tomó la resolución de alejarse de todo lo que tuviera influencia europea, creyendo que si vivía íntimamente con los nativos en su estado natural, se ganaría gradualmente la confianza de los maorís y aprendería a conocerlos. Entonces José, arrebatado por un deseo similar de renunciar a la ciudad y descubrir una forma más sencilla de vivir, compró en 1940 una casa vieja en Panchimalco, una pequeña comunidad situada a 15 kilómetros de San Salvador.

El Salvador es un país predominantemente mestizo, pero Panchimalco es uno de los escasos poblados en el que la mayoría de los habitantes desciende de indígenas; en consecuencia, la ropa que usan, sus costumbres y aspecto físico diferían del resto de personas ¹??. Las mujeres, sobre todo, por el estilo característico de llevar sus cabellos –recogidos sobre la cabeza y enrollados con un pañuelo de manta o en largas trenzas- por las faldas largas coloridas y graciosas y sus blusones adornados con encajes y listones, han despertado la inspiración de muchos pintores nacionales, especialmente de quienes aman los motivos regionales y los paisajes. Antes las mujeres no se cubrían los senos, pero los sacerdotes católicos escandalizados por su desnudez, dirigieron sus prédicas contra semejante moda ofreciendo castigo para quienes osaran continuarla. Pero aún así, quedaban algunas que las practicaban, y en las primeras décadas del siglo XX no era extraño ver filas de mujeres que lavaban sus ropas en los bordes de los ríos con los pechos al descubierto. Mejía Vides ejecutó tanto esculturas como murales en sitios públicos de San Salvador, pero su trabajo mejor logrado ha sido el realizado en Panchimalco.

José regresó a México en 1948 para estudiar las técnicas de las pinturas de murales en el Instituto Politécnico Nacional. No llevaba allí mucho tiempo, cuando un buen día alguien llamó a la puerta de su departamento, abrió, y “Encuentro a una dama vestida de negro, con una rosa roja, a regalarme el libro que acababa de publicar de Amighetti. Allí vino el amor. Fue corto el romance. Ya el segundo año que estaba allá nos casamos”¹??. Clementina y Chepe se conocieron en 1933, en ocasión de un recital que ella ofreciera en el Teatro Nacional y no volvieron a verse sino hasta en 1948, en México, pero obviamente no perdieron el tiempo reconociéndose¹??. Clementina recuerda que Chepe compartía un apartamento con otros artistas y que el arte ocupaba todo su tiempo, pero se trataba también de un hombre sociable que la acompañaba a las fiestas. Formaba parte de un amplio círculo de amigos, una adición natural a su mundo, y ella jura que se casó con él porque lo amaba. Más, aunque hayan formado parte del mismo mundo en la ciudad de México, sus personalidades eran muy diferentes. Chepe era amistoso, no obstante se hallaba muy lejos de ser amante de las fiestas. Según palabras de Francisco Amighetti: “Mejía Vides era un hombre que no tomaba un solo trago. Era un santo, muy abstemio, con gran respeto hacia todo el mundo, inclusive los indios. Yo no sé cómo se casó con Clementina. Probablemente se casó de verdad. Era muy buena gente, pro dicha no tomaba, porque si los dos tomaban, se destrozan y se matan”¹??.

Aparentemente, sus desacuerdos y choques de carácter comenzaron cuando se fueron a vivir a El Salvador, aunque empezaron en México, según los recuerdos que Chepe hace del año que pasaron juntos en el Distrito Federal. “Había dudas. A mí me gustaba el trabajo y trabajaba de sol a sol. Eso no le gustaba a ella. El que quiere ser fiel a la pintura, que no se case”.

En 1949, Carlos Alberto Imery falleció y a José Mejía vides se le pidió que aceptara el nombramiento de director de la Escuela Nacional de Artes Gráficas. De inmediato salió de México para tomar posesión de su nuevo cargo, mientras Clementina se quedaba allí para empacar su enorme colección de libros, objetos de arte, ropa y zapatos. Había permanecido el tiempo suficiente para atesorar cosas en número considerable y esperaba trasplantar su peculiar pero floreciente matriarcado cultural a El Salvador. Además de su energía y notoriedad ostentaba entonces la respetabilidad de estar casada con el director de una prestigiosa escuela de arte. Pero los proyectos de su marido eran menos ambiciosos, su personalidad retraída y su estilo de vida más modesto.

Cuando Clementina arribó a San Salvador, Chepe ya había fijado su residencia en la casita de Panchimalco, aferrado tenazmente a su acariciado sueño de llevar una vida simple, dedicada a capturar sobre el lienzo las estampas –vividas- de aquel mundo indígena. No más en relación con el círculo cosmopolita compuesto por artistas, escritores y bohemios con los cuales estuviera asociado en México. Chepe se dejó llevar por la influencia de su muy tradicional y conservadora familia, que en absoluto estaba emocionada por la esposa que había elegido cuyo comportamiento criticaba duramente, ya que este apenas se había modificado desde sus días de soltera. Durante una temporada, él y Clementina vivieron en la tranquilidad de su casita del pueblo, y cuando él no estaba cumpliendo con sus obligaciones docentes y administrativas, entregábase a su arte en cuerpo y alma. Era tal su dedicación que casi no se percataba de los placeres mundanos. Él era feliz teniendo una “tijera” de lona para dormir y consideraba a Clementina una extravagante por comprar sábanas y vajillas finas, también por querer ir al cine y a comer a restaurantes. Sin embargo, esta espartana existencia no se reflejaba en las pinturas ni en las acuarelas del paisaje o habitantes de Panchimalco. Estas obras son tibias y vibrantes, fundidas en un monumentalismo sereno y una ternura contemplativa que dejan al descubierto una mezcla única de colores y tópicos centroamericanos con la romántica inspiración del artista. Muchos de sus mejores trabajos son estampas de mujeres indígenas tejiendo, vendiendo fruta, bañándose o lavando ropa en el río, con el pecho al descubierto.

Chepe hizo algunos dibujos y pinturas de Clementina mientras vivieron juntos y en todos ellos su rostro y su cuerpo aparecen fecundos, carnosos y redondos. Las facciones son las de Clementina, pero en la ejecución hay una dulzura mediativa que delata sus pinturas de las mujeres indígenas. Fue en los años 40 que a Clementina le dio por usar huipiles indígenas y blusas y vestidos bordados; no exclusivamente, sin embargo, porque también le gustaba seguir la moda como lo demuestran sus álbumes de fotos, y tanto le atraen los lápices labiales y las sombras de ojos en tonos diversos, como las prendas tradicionales de México y Centroamérica. Cuando Clementina modeló para su cónyuge-artista este advirtió algo en ella que tenía similitud con las indias de Panchimalco. Por lo tanto, los retratos que Chepe hizo a su mujer convencen más como estudios para sus cuadros de Panchimalco que como versiones de Clementina.

Si la casita de Panchimalco le pareció romántica en un principio, pronto se sintió atrapada y aislada en medio de aquella atmósfera que producía en Chepe tanta paz e inspiración. El cambio experimentado de haber constituido el centro de atracción de una bulliciosa pensión-galería en la ciudad de México, a llegar a vivir en un villorrio indígena situado a 15 kms. de la significativamente más pequeña ciudad de San Salvador, resultaba frustrante. Así mismo, empezó a darse cuenta que el hombre con el que se había casado era más devoto a su arte que a ella. Pero, ¿no era esto lo que ella quería, un compañero cuyos intereses vitales trascendieran la individualidad? Resulta interesante comprar la evaluación que cada uno hace de la relación que llevaron. Él dice:

Era demasiado absorbente. Tenía que dedicarle todo  el tiempo, y por lo tanto, no podía pintar. Tenía un  deseo de vida, de expansión. Yo probé dejarla libre,  pero ella no aguantó la libertad tampoco.

Por otra parte, ella comenta con cierto remordimiento el  hecho de no haber sido capaz de continuar a su lado, pero ve la circunstancia como algo inevitable por las mismas razones que  él ofrece.

Siempre he tenido nostalgia de no haberme podido  quedar toda la vida a su lado, pero me obstaculizaba  en mi vida, porque la de él es una vida dedicada com- pletamente a la pintura. Entonces, me absorbía, y yo  tenía la pretensión de hacer mi propia vida, redondear  mi propia vida. pero de haberme quedado con alguien, me hubiera quedado con José Mejía Vides¹?¹.

Puesto que Clementina era infeliz viviendo en Panchimalco, la pareja se trasladó a lo que era mitad ciudad mitad pueblito, una casa en los Planes de Renderos, un vecindario en las afueras de San Salvador sobre el camino que lleva a Panchimalco. La casa quedaba arriba de un cerro escarpado y tenía una extensa vista de la capital.

Clementina ha expresado con mucha frecuencia que sus años en El Salvador fueron los más dichosos de su vida. tenía proyectos, muchos amigos, la pasaba bien y era una figura pública. El mismo país también le convenía: Es el más pequeño de Centroamérica y el más poblado. En 1954 contábanse aproximadamente 100 habitantes por Km². Solo en San Salvador, la capital, había una población de 160,000¹?². En Tegucigalpa, Clementina se ahogaba con el provincianismo; en Nueva York se agobió con el tamaño, el frío, la alienación y el idioma. En Cuba estaba cómoda, pero demasiado lejos de sus hijas y obstaculizada por las restricciones que imponían a los viajes el hecho de vivir en una isla. En México estableció los contornos de sus sueños. Pero en El Salvador floreció definitivamente. Se hallaba en un país extranjero pero no tan extraño como para sentirse una intrusa. Había encontrado su reino anhelado. Además, comenzaba a considerarse una ciudadana no de un país particular, sino de ningún país o de todos los países. En un poema que encontramos en De la desilusión a la esperanza ella juega con la idea de ser una forastera:

Sin residencia

Voy,
vengo.

El retrato en el espejo. Una biografía de Clementina Suárez

Y luego pienso.

Que lo mismo
aquí que allá,

no hay
un lugar
conseguido.

Que aquí,
como allá.

Soy lo que
las gentes llaman
un “extranjero”.

Y como un extranjero
iré
y vendré.

Hasta que aquí
como allá.

No yo
ni nadie
lo sea.

Clementina Suárez, entrevista con la autora, Tegucigalpa, 2 de abril de 1989
¹?? Esta anécdota aparece en un artículo de Eugenio Martínez Orantes y se basa en una entrevista con el pintor que se publicó en el Suplemente Cultural del Diario Latino, el 24 de mayo de 1986.
¹?? Para un estudio de la tierra y la gente de Panchimalco, ver Alejandro Dagoberto Marroquín, Panchimalco.
¹?? José Mejía Vides, entrevista con la autora, Panchimalco, 2 de febrero de 1989. Todas las citas del Sr. Mejía Vides son de esa entrevista.
¹?? Clementina me dijo que conoció a Chepe en 1933, pero en Luz y oscuridad de Armando Solís, el autor cuenta que se conocieron en 1947 en San Salvador y dice haber obtenido la información para su estudio biográfico del mismo Mejía Vides.
¹?? Francisco Amighetti, entrevista con la autora.
¹?¹ Clementina Suárez, entrevista con la autora, Tegucigalpa, 2 de abril de 1989.
¹?² Emmanuel Robles, “Imágenes de El Salvador”, síntesis 1.10 (1955): 13.

 

Última actualización el Lunes, 06 de Mayo de 2013 16:01
 

  CERTAMEN PERMANENTE DE POESíA CLEMENTINA SUÁREZ

La Fundación Clementina Suárez, con la finalidad de estimular la literatura nacional ayudar en la forja de la identidad, creó el Certamen de Poesía Clementina Suarez-2013, regulado en la forma siguiente:

1.- Podrán concursar los poetas hondureños con una poesía inédita y que no esté participando en otro concurso, siendo el tema, Clementina Suárez, la extensión no mayor de cuatro páginas, escrita a espacio y medio por una sola cara y en letra de punto 12. -El trabajo debe respetar las reglas que marca la Real Academia Española, tener calidad literaria e imaginación descriptiva. Los errores ortográficos y la mala redacción son causales de descalificación.

2.- El Certamen queda abierto a partir de 1 de febrero del 213. Deberá enviarse original y tres copias identificados o firmados con seudónimo y dentro de un sobre cerrado, especificando en la parte exterior: PRIMER CERTAMEN PERMANENTE DE POESIA CLEMENTINA SUAREZ-2013 . En sobre aparte adjuntar hoja conteniendo sus datos personales, dirección, correo electrónico, una fotografía tamaño carné e incluirlo en el sobre donde van los trabajos. El trabajo deberá enviarse o ser entregado en CENTRO CULTURAL CLEMENTINA SUAREZ, edificio del Club Rotario Tegucigalpa Sur, planta baja, a más tardar a las cinco de la tarde del 10 de abril del 2013.-El dictamen del Jurado Calificador se dará a conocer el primero de mayo y la entrega de premios la efectuará el Presidente de la Fundación Clementina Suárez en acto solemne el 9 de mayo en el local y hora que se comunicará oportunamente.

3.- Se estipulan tres premios que serán los siguientes: primero,segundo y tercero, con asignaciones económicas de 15,000.00;10,000.00 y 5,000.00, lempiras.- Diploma de honor y un lote de libros.

ACTA FINAL DEL JURADO CALIFICADOR

La Junta Directiva en sesión especial, escogió entre una lista propuesta de escritores, a Miguel Ortega, Nery Alexis Gaitan y Dagoberto Espinoza Mourra, para integrar el Jurado Calificador a cuyo cargo estaría la escogencia de los tres triunfadores entre los treinta trabajos participantes, habiéndose eliminado tres por no cumplir los requisitos que exigían las bases. El resultado aparece en el acta especial levantada al efecto:

ACTA ESPECIAL

Nosotros, los abajo firmantes, reunidos en la ciudad de Tegucigalpa, en el Barrio La Plazuela, constituidos en el Jurado Calificador en el Certamen de Poesía Clementina Suárez, 2013, convocado por la Fundación Clementina Suárez, hemos deliberado y declaramos lo siguiente:

I. Que se recibieron un total de 27 propuestas poéticas.

II. Que las poesías presentadas se ajustaban a las bases establecidas por la Fundación organizadora del certamen.

III. Que después de una ponderación crítica y analítica, valorando todos los aspectos formales y de contenido de las poesías presentadas reseñando aspectos de vida de la ilustre poeta olanchana, y basados en las bases de la convocatoria del certamen, el Jurado Calificador decide que existen las condiciones de calidad poética requeridas para otorgar los tres premios establecidos.

Por lo tanto, resuelve:

1. Otorgar el primer lugar a la poesía “El dolor que conocemos”, presentada bajo el seudónimo “Jorge Jaguar”.

2. Otorgar el segundo lugar a la poesía “El Mensaje de Clementina Suárez”, presentada bajo el seudónimo de “La Cantora Solitaria”.

3. Otorgar el tercer lugar a la poesía “Exaltación a una Mujer Poeta”, presentada bajo el seudónimo de “Ixmucané”.

Finalmente, el Jurado Calificador desea exhortar a los poetas hondureños a que sigan participando en este importante certamen -bajo los parámetros formales y de contenido artístico en su máxima calidad posible, ya que incentiva y dignifica el arte poético hondureño.

Tegucigalpa, 24 de abril de 2013.-

DAGOBERTO ESPINOZA MURRA NERY ALEXIS GAITAN MIGUEL R ORTEGA.

La Junta Directiva de la Fundación Clementina Suárez, bajo la presidencia de Juan Ramòn Martinez, en sesión especial procedió a abrir las plicas respectivas, correspondiendo los trabajos ganadores a las personas siguientes:

PRIMER PREMIO

Fue acreditado a la poesía titulada “El dolor que conocemos”, y que fuera firmada con el seudónimo Jorge Jaguar. Al abrir el sobre respectivo, correspondió a Fernando Zelaya Raudales de Comayagüela.

Fernando Zelaya Raudales, Fecha de nacimiento: 03/Mayo/1988, edad: 24 años.

Nacionalidad hondureña.

Publicaciones: “Cuentos de un niño para niños” (1999- edad: 12) Casa Blanca Editores y Pez Dulce

Segundo lugar en los Juegos Florales de Tegucigalpa, 2004

Último proyecto terminado: “De profundis” (poemario- 2013) *Aún sin publicar.

El dolor que conocemos
A Clementina Suárez

Tu dolor conozco de buena tinta, y tu sombra aun esparce sus raíces; tu verso es ara de luz extinta diluida por la muerte y sus matices.

Farol ardiente en los días grises, oasis de olvidada poesía, se digiere ese verso que tú dices como un cáliz literario de ambrosía.

Yo conozco la vibrante melodía que en tu lira pionera conjuras.

Es el estigma de la melancolía y en la jaula de un poema le capturas.

Mujer nueva que en espíritu perduras, libre, radical, radiante, Clementina; salida del vientre humilde de la Honduras a resumir toda la gloria de la llama femenina.

Por lo ignoto de la vida me encamina, un árido sol de viviente desconsuelo. Tú que lo conoces, de tu estancia diamantina, envíame tu llanto como lluvia del cielo.

SEGUNDO PREMIO

Este premio corresponde a Sonia Edith Molina, de la Ceiba, por el trabajo “El Mensaje de Clementina Suárez”, firmado con el seudónimo la Cantora Solitaria.

Hondureña, nació en Tegucigalpa pero desde muy pequeña reside en la Ceiba. Escribe poesía y ensayos religiosos. Miembro de Sociedad Literaria de Honduras. Ha participado en eventos de televisión y radio. Profesión Orientadora Profesional de jóvenes a nivel de secundaria.

Cultora de belleza. Publicó su libro Destellos de Luz, presentado en Tegucigalpa en el Centro Cultural de la Fundación Clementina Suárez en junio del 2012.- Es animadora de radio y declamadora.

EL MENSAJE DE CLEMENTINA Suárez

Sobre la línea azul del horizonte un puntito de luz viene emergiendo, es Clementina hecha voz, viene anunciando, su regreso triunfal de ser pensante….

Porta el mensaje de todos los poetas que alrededor de Dios siguen cantando…
viene optimista a darles patriotismo a todos los que habitan en la tierra…

Su voz es evangelio y alborada y en estallar de pájaros sinceros con tono maternal, nos habla:

“…Haz que tu sonrisa cambie al mundo y siémbrale optimismo al caminante, ama al que sufre y dale aliento para que pueda luchar por el mañana; aunque la gente critique, siembra sueños, si no se merece amor, dale esperanzas; el dolor no es eterno si podemos regarlo con la luz de la confianza…

Abraza al inseguro que maldice para que nazcan sensaciones nuevas..
al que sufre dolor dale oraciones para que cure su cuerpo por el alma…
dale energía espiritual al convencido que la maldad es arma reluciente..

al deshonesto señálale el camino por donde viaja la ética triunfante…
hay que decirle a la gente que nosotros construimos la VERDAD de nuestro tiempo…
al mandatario de turno hay que enseñarle el verdadero interior de nuestro pueblo…
llevemos el mensaje de paz para que nazcan generaciones nuevas y consientes…
y ante todo hagamos que florezca en sus adentros:
que solo Dios es pastor de nuestras almas”. Así concluye la mujer sin tiempo y regresa al azul del horizonte hecha de historia y música triunfante.

TERCER PREMIO

Corresponde a Xiomara Bú. Presentó el trabajo “Exaltación a una mujer poeta” con el seudónimo Ixmucané.

Hondureña, licenciada en Filosofía, catedrática de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, UNAH. El contenido de sus poesías se basa en la contradicción, nostalgia, amor, soledad sobre su país y el ser humano en toda su dimensión. Ha publicado varios libros entre los que destacan: “Al límite del tiempo” y “Fuego en el Silencio”. Es una defensora de los derechos humanos de las personas viviendo con VIH/SIDA y con una alta calidad humana. Realizó una lucha continua para la elaboración y implementación de la Ley Especial de VIH/ SIDA de Honduras.

EXALTACION A UNA MUJER POETA

Tejedora de versos con paso de gacela, siembra una eternidad que no tiene fronteras.

Atraviesa el oleaje que sacude el silencio y mantiene en alerta las pupilas del tiempo.

Yo te recuerdo ahora mujer de multitudes bajo la plenitud del beso de la aurora y los atardeceres habitados de entregas con tu pluma-fusil como trinchera y tu ropaje de fuego en primavera.

Te recuerdo con ese sol radiante fuente de rebeldía con tu cabello suelto acariciado por la brisa afirmando tu existencia.

Extraña a tu Universo bajo miradas necias siempre bajo sospecha rosa florecida fragante en primavera guerrera sin medida que condena con su verbo tiranìas.

En tu sed de libertad y justicia soñabas la nueva patria.

Radiante en osadía hiciste de tu cuerpo un oasis de dicha un nido de pájaros de fuego.

Anhelabas poder para eliminar de raiz los males de la patria.

Mujer-poeta inquisidora y justa siempre comprometida sin códigos morales sin castigos ni premios de temple y gallardía.

Desataste tempestades y rabias pueblerinas.

La fuerza del patriarca se estremeció en sus versos liberó cautiverios y superó prejuicios.

Ungda por las diosas libre como el viento que besa las palmeras gozastes en mil lunas la miel acariciada de la dulce colmena, la dicha complacida bajo arpegios de fuego y danza de sirenas.

Hiciste de la belleza del cuerpo femenino constelación de estrellas matutinas atravesando recónditos senderos.

Amaste a tu pueblo con sus amaneceres y amaste la vida que se te dio entera.

En horizontes indescriptibles a tu paso supiste del desamor y le volviste la espalda.

En manantial de vino ahogaste la angustia y resurgiste bajo su fuerza indomable bajo el candor de tu mirada Yytu grito extendido a los confines.

Enviagada en tus versos atracaste al puerto y nos vestiste de luna mujer universal elixir de vida en cada radiante amanecer en arenosa playa de sueños libertariios.

La patria celebra hoy la lucha de la obrera-poeta que sin temer la muerte expresó sus postreros deseos con el mismo temple e irreverencia que su esencia emanaba.

Fue al unísono en armonía la nueva conciencia de mujer realizada.

El grito del amor que desató tormentas Y erotizó el deseo en lecho de hierbas humedecidas.

Cuando llegó el invierno hubo fiestas interminables y noches de lluvia al pie de la tertula.

Lejos quedó la niña de los primeros años reflejada en silencios con su techo de rosas y el amor de sus padres.

Guerrera bajo su propio signo la historia conserva y guarda su memoria. Nos heredó su palabra convertida en poesía clara, rebelde,audaz,bella,pura, cristalina y su admirado e imborrable nombre, Clementina.

 

Última actualización el Lunes, 06 de Mayo de 2013 15:11
 

Literatura hondureña es escasa en bibliotecas nacionales

Don Horacio Elvir Rojas en vida ofreció este lote de libros cuyo autor es su hermano, también fallecido, Felipe Elvir Rojas, al Instituto Departamental de Oriente, ambos exalumnos de esta institución.

Don Horacio Elvir Rojas en vida ofreció este lote de libros cuyo autor es su hermano, también fallecido, Felipe Elvir Rojas, al Instituto Departamental de Oriente, ambos exalumnos de esta institución.

* A falta de lectores, las cucarachas, polilla, ratones y humedad devoran libros en algunas bibliotecas
* Se perdieron los buenos lectores
* El Día del Idioma y Día del Libro pasan desapercibidos

Autor: Luis Alonso Gómez Oyuela
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Premio Nacional de Literatura 2012

DANLÍ, El Paraíso. Los murales con motivo del Día del Idioma este año no fueron tan coloridos como en años anteriores en escuelas y colegios, no por falta de voluntad sino de dinero. No obstante, los docentes hacen hincapié en la belleza del idioma de Cervantes como uno de los mejores legados de la conquista.

Darío González, en compañía de los escritores Nery Alexis Gaitán y Juan Ramón Martínez, muestra su biblioteca particular.

Darío González, en compañía de los escritores Nery Alexis Gaitán y Juan Ramón Martínez, muestra su biblioteca particular.

Lamentablemente esa riqueza histórica cultural se ha ido perdiendo por diferentes razones que no mencionaré en el presente reportaje, pero sí quiero hacer referencia a la grandeza de nuestro idioma aunque tenga que hacer a un lado las lenguas primigenias de nuestros antepasados que están casi en extinción. Idioma o lenguas es el medio para expresarse de los seres humanos en las diferentes culturas del mundo.

El Día del Idioma también lo es del libro, porque es a través de la lectura que nos cultivamos, porque sin letras no hay historia; de allí la importancia de la lectura que desgraciadamente no se fomenta como antaño. La queja constante de los escritores es la falta de lectores. El hábito de la lectura se ha perdido. Las bibliotecas solamente son visitadas por los escolares y estudiantes de media y superior para hacer tareas, pero nadie se toma la molestia de ir unas cuantas horas para leer un buen libro como antaño, cuando las personas mayores hacían de la lectura su pasatiempo favorito.

Los devoradores (lectores) de libros son una especie en peligro de extinción. Afortunadamente quedan unos cuantos que siempre andan en la búsqueda de un buen libro. Ahora los devoradores de libros son la polilla, las cucarachas, la humedad y los ratones. Los viejos todavía se preguntan qué pasó con el hábito de la lectura; la respuesta es muy sencilla: no hay lectores.

Muchos textos y pocos lectores. El hábito de la lectura entre los hondureños no es común.

Muchos textos y pocos lectores. El hábito de la lectura entre los hondureños no es común.

Un escritor de poemas se quejaba casi con enojo porque después del enorme sacrificio de escribir e imprimir su primer libro, no obtuvo los resultados esperados. Sus poemas los dedicó a sus colegas maestros, hijos, esposa y a uno que otro amigo, pero los colegas y amigos no le compraron, de allí la justa desilusión del poeta.

Honduras tiene excelentes autores nacionales pero en los colegios, e incluso universidades, los maestros de Letras por regla general recomiendan textos de autores extranjeros que no tienen nada que ver con lo nuestro; y solo para citar unos pocos: Julio Escoto es un eminente escritor con varios premios internacionales y uno de los más leídos en Honduras, especialmente en universidades, pero en los colegios de esta zona no he visto un solo libro de Escoto. Nery Alexis Gaitán tiene en su haber más de treinta libros que abarcan diferentes géneros de la literatura; Felipe Elvir Rojas dejó una impresionante obra literaria que desgraciadamente no se encuentra en las bibliotecas del país, a excepción de un donativo que recientemente entregamos al Instituto Departamental de Oriente a nombre de don Horacio Elvir Rojas y su familia.

Pero parte de esa riqueza literaria hondureña nos introduce a la cultura popular con expresiones que enriquecen el vocabulario catracho propio del pueblo, de esa gente buena de tierra adentro que con sus dichos conservan la identidad cultural que tiende a desaparecer, porque para ser cultos hay que cambiar las costumbres. Quizá por eso los hondureños no nos parecemos a nadie, ni somos de aquí ni de allá.

El escritor Juan Ramón Saravia, Premio de Estudios Históricos “Rey Juan Carlos I”,  después de 20 años de investigación por todos los rincones de Honduras, publicó el Diccionario del Pensamiento Popular Hondureño: “TE CONOZCO MOSCO”. Todas las frases y dichos típicos de Honduras. Más de 2,700 vocablos inéditos. Vocablos compuestos desde la fonética hondureña. Cada palabra con todos sus sinónimos.

Diariamente acuden entre 30 y 40 estudiantes para consultar en la Biblioteca de la Casa de la Cultura.

Diariamente acuden entre 30 y 40 estudiantes para consultar en la Biblioteca de la Casa de la Cultura.

La obra de Juan Ramón Saravia es un verdadero tesoro de cultura que todos los hondureños deben conocer porque cada palabra es parte del lenguaje coloquial que nos pone en contacto con el ayer, con las costumbres y tradiciones de nuestra gente, con su sencillez, humildad y hospitalidad.

Solo citaré unas cuantas palabras de ese lenguaje popular al que nos lleva Saravia a través de “TE CONOZCO MOSCO”. Por ejemplo la palabra “Abrelatas”, en ese lenguaje popular significa varón recién nacido: “Anoche me vino otro abrelatas y estoy feliz”. En Honduras abundan las alusiones burdamente sexistas, como ésta. Ver artículo y boludo, relacionado con Abrelatas: Artículo para damas: varón recién nacido y boludo. Boludo: Niño recién nacido: “Ayer me nació otro boludo”. Y así Saravia nos lleva por ese mundo de expresiones populares que son parte de esa riqueza cultural que ahora el bien escribir y el bien hablar  nos van quitando y con ello la identidad del hondureño que ha venido conservando a través de los años.

Para escribir bien hay que sentir el deseo de hacerlo, de comunicar algo, de trabajar con las palabras. Sin embargo, existen muchas situaciones en las que es imprescindible escribir, ya sea por obligación o necesidad.

Nunca hay que olvidar que escribir es mucho más que dominar técnicas de redacción o normas gramaticales. Para escribir bien se debe considerar el lenguaje como un medio y un fin con el que se pretende cumplir una determinada función de comunicación.

Lo que sigue es del sitio Wikipedia para conocer un breve relato sobre el origen del  idioma español, pues este se originó como un dialecto del latín en las zonas limítrofes entre Cantabria, Burgos y La Rioja, provincias del actual norte de España, convirtiéndose en el principal idioma popular del Reino de Castilla (el idioma oficial era el latín). De allí su nombre original de idioma castellano, en referencia través del occitano espaignol.

Un joven estudiante de Unitec en San Pedro Sula observa y lee el libro Forjador de sueños, durante la presentación de parte del autor.

Un joven estudiante de Unitec en San Pedro Sula observa y lee el libro Forjador de sueños, durante la presentación de parte del autor.

Con la conquista de América, que era una posesión personal del monarca de Castilla, el idioma castellano se expandió a través de todo el continente, desde California hasta la Tierra del Fuego. En esa época no existía España como entidad unificada, sino una unión dinástica de varios reinos y territorios con grados diversos de autonomía: la Corona de Castilla, los reinos y territorios de la Corona de Aragón y el reino de Navarra.

El original idioma castellano derivó luego en numerosas variantes dialectales que, si bien respetan el tronco principal, tienen diferencias de pronunciación y vocabulario. A esto hay que agregar la influencia de los idiomas de las poblaciones nativas de América, como el aymara, náhuatl, guaraní, chibcha, mapudungún, taíno, maya y quechua, que hicieron también contribuciones al léxico del idioma, no solo en sus zonas de influencia, sino en algunos casos en el léxico global.

En las bibliotecas escolares y públicas hay poca literatura de autores nacionales. La colección poética de  Felipe Evir Rojas ya debe ser parte del patrimonio cultural.

En las bibliotecas escolares y públicas hay poca literatura de autores nacionales. La colección poética de Felipe Evir Rojas ya debe ser parte del patrimonio cultural.

El Diccionario Panhispánico de Dudas debe estar en todas las bibliotecas y mesas de redacción de los periodistas.

El Diccionario Panhispánico de Dudas debe estar en todas las bibliotecas y mesas de redacción de los periodistas.

Este es un valioso diccionario de la cultura popular hondureña del escritor Juan Ramón Saravia.

Este es un valioso diccionario de la cultura popular hondureña del escritor Juan Ramón Saravia.

La Biblioteca de la Casa de la Cultura fue un valioso aporte de la Cooperación Sueca.

La Biblioteca de la Casa de la Cultura fue un valioso

 

Última actualización el Lunes, 06 de Mayo de 2013 15:07
 


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