Viernes, 09 de Agosto de 2013 15:05
administrador
Categoría (El libro digital, General) por Manu de Ordoñana el 08-08-2013
En el epílogo de su libro “Naturaleza de la novela”, premio Anagrama de Ensayo 2013, Luis Goytisolo (Barcelona, 1935) cavila sobre el futuro del libro. Cree que, poco a poco, el libro impreso desaparecerá y será sustituido por el libro digital, a medida que se vayan descubriendo artilugios más eficientes que permitan una lectura más cómoda. La tecnología no tiene más de diez años y hay que esperar mejoras importantes que van a facilitar todavía más el manejo de los dispositivos de lectura electrónica. Y el libro en papel se convertirá en objeto de coleccionismo, algo así como un vino de reserva para sibaritas.
Pero más que el futuro del libro, lo que inquieta más al autor es el porvenir de la novela, cosa que ya insinuó en su discurso de ingreso en la Real Academia Española, allá por al año 1995. Existe el peligro de que el gran público deje de leer y se conforme con darse por enterado de lo que sucede en el ámbito cultural, recurriendo a píldoras informáticas vía Internet, dejando para los especialistas la lectura de las obras literarias. El eclipse, que ya es un hecho en el ámbito de las artes, lo es también en varios géneros literarios ─la poesía, el teatro─ y empieza a serlo en el de la novela.
Los planes de enseñanza priman el conocimiento positivo que sirve al individuo para encontrar un empleo: loable intención. Pero descuidan el estudio de las humanidades, las asignaturas de letras que otorgan a la persona una formación suficiente para despertar en ella un cierto interés por la ilustración. Leer novelas, ensayo o poesía no es una decisión espontánea, sino algo que deriva de un bagaje intelectual, de sentir la curiosidad de aprender y saber más acerca del mundo que nos rodea.
Sin una mínima instrucción, el ciudadano encuentra enormes dificultades para asimilar un texto literario medianamente complejo y se concentra en la lectura de productos sencillos, relatos mitológicos, historias relativas a secretos arcanos, en los que intervienen personajes fantásticos plenos de incoherencia, que seducen las regiones más primitivas de su cerebro, pero no las más evolucionadas, las que han surgido por el simple hecho de razonar, de aplicar el pensamiento a la comprensión de los fenómenos que rigen el universo.
La tendencia se hace evidente. Los contenidos están cada vez más orientados a divertir y menos a enseñar, al estilo de los antiguos folletines que ahora se llaman “bestsellers”. Parece como si ya hubiéramos descubierto todos los valores que hacen falta para transitar por este anchuroso planeta y sólo persiguiéramos el deleite, sin hacer ningún esfuerzo por cultivar la mente y buscar nuevos horizontes. Y no sólo son los contenidos, el soporte también contribuye. Se me hace muy difícil concebir que alguien sea capaz de leer a Kant en un ebook.
Todo escritor ha sido antes lector, lector empedernido, diría yo. Pero si el medio no propicia la lectura de novelas más o menos complejas, difícilmente surgirán vocaciones, serán escasos los escritores que afloren en un medio donde la cultura y educación recibida apuntan hacia otros derroteros que nada tienen que ver con la creación literaria. La juventud no siente placer alguno en sumergir su mente en el mundo de la fantasía y se refugia en la imagen para ocupar su tiempo, en lo superfluo que no exige esfuerzo intelectual alguno. Y esto es lo grave, porque cuando una determinada forma de expresión artística entra en conflicto con los hábitos sociales, su declive es inevitable.
Ya en 1999, Eduardo Mendoza decía que la novela tenía que replantearse su razón de ser, ya que se había producido un cambio radical en el modo de leer, con la llegada de los medios audiovisuales y contestaba con un simil a la pregunta de si la novela había muerto o no: Para los antiguos egipcios, una momia no era una persona viva, pero tampoco definitivamente muerta.
Vargas Llosa hizo al poco una referencia al contenido de este artículo para confirmar el diagnóstico, aunque con la esperanza de que “la novela de sofá” sobreviva e incluso de que sea capaz de dar frutos tan óptimos como los dio en el pasado, ya que, se diga lo que se diga, la novela ha sido y sigue siendo un género de minorías y no hay razón para creer que esta situación vaya a cambiar, ya que esas minorías no van a desaparecer nunca.
El debate está servido, las opiniones, repartidas, aunque la mayor parte de los escritores opina que los “The end” no le van a la novela.
También te puede interesar:
El declive de la novela.
La misión del escritor. Concienciar o entretener.
Naturaleza de la novela.
|
Última actualización el Viernes, 09 de Agosto de 2013 15:08
Miércoles, 07 de Agosto de 2013 21:34
administrador
Galel, Cárdenas, “Con el alma de tintero”
CON EL ALMA DE TINTERO
El lenguaje poético es un patrimonio colectivo. Una pintura esbozada con los colores de la diversidad. Sin embargo, cada libro, cada poema es como una ventana abierta a la conciencia del escritor o la escritora; es la copa en donde se mezclan las percepciones del que escribe con la realidad social y espiritual de la época.
En esa construcción se hacen evidentes las vivencias del escritor o escritora y el oportuno incidir de los estímulos que cada quien recibe; así que, la cultura, al igual que la lengua resultan manifestaciones, y que responden por la propia naturaleza de ambas, a las necesidades de cada momento.
La literatura, entonces, nacida en ese incienso, siempre ha manifestado en su devenir histórico esa riqueza de lo plural, el desborde de lo conectivo. “No existe una deriva única de lo poético. Nunca se produjo una voz homogénea para toda nuestra tradición.
Las tentativas de encerrar el lenguaje literario dentro de límites inamovibles han dado como resultado estructuras cerradas de pensamiento que trabajan en contra de la propia y esencial condición de la palabra. “El escritor es pues, en medio de este andamiaje, una especie de constructo de las relaciones sociales manifiestas y de las circunstancias especiales de su cultivo.
Hoy nos encontramos ante el más reciente aporte literario de Galel Cárdenas, que titula PAJARO LIBERTARIO y aquí como en sus obras anteriores, además del mágico respeto con que maneja la palabra desde siempre, nos muestra una de las tantas facetas con que se manifiesta el intelectual que es.
Quien las ha leído habrá descubierto que, unas veces, puntual hubo un Galel rotundo con adarga y rodela para enfrentar las injusticias y a los injustos: “Ya que estamos acá/Tomemos esta hostia/de verso y comunión/partamos en fragmentos/la dulzura de su harina/la sal de su esperanza/la pimienta de su fuerza/el picor de su batalla/el aliento de su abrazo•. Es decir combatamos, que ha sido, desde que lo conozco, su pan de cada día.
Aquí en PÁJARO LIBERTARIO, profundiza un tema casi constante en todos sus libros y escandaliza de amor que es la frecuencia con que entona un conversatorio con la patria.
Da la sensación de que un joven, un niño y un hombre adulto platican con la madre-patria: le cuentan “Madre/nos escondemos en refugios/donde no entra el sol,/en lugares escabrosos/donde sólo llega la luz/cuando abrimos el portillo”. Le piden “Madre,/socorre nuestra piel/que se desangra,/no nos desampares en esta angustia/sobre humana”, pues en la lucha contra los enemigos, casi al oído, “patria, a solas te confieso/que la muerte/posee máscaras extrañas”.
Que provoca impotencia “Hoy la venganza/ha sido una flor marchita/que yace descompuesta/entre ruinas y cenizas polvorientas”, razón por la cual “En el árbol de tu sombra/los combatientes toman air,/yacen descansando” como si fuese un elixir no la sombra de tu árbol, sino el árbol de tu sombra, para los que “traen olor a pólvora retenida”.
En esta forma sencilla donde transparenta su amor el choque del lenguaje con la realidad vuelve complejo el ritmo poético, porque ambos, lenguaje y realidad en ciertos enfrentamientos duplican su complejidad, pero las figuras, es decir, el lenguaje poético tienen por el manifiesto juego de las palabras, la transparencia del agua cristalina.
“Mi señora, parece que los enemigos/de antaño y hogaño/ahora quieren tomar el sol y venderlo/sólo para sus bestias de carga y de leche/que sirven de alimento a su conciencia”. Pues como dice Edgar Morín “la realidad no es legible de manera evidente” y que “las ideas y teorías no reflejan sino que traducen la realidad”, que sólo el artilugio del poeta puede precipitar las imágenes en un especie de catarata ritual.
Pues hoy se ha descubierto que cada quien efectúa su lectura partiendo de su carga cultural.
Estos veintisiete poemas se disuelven en tres formas de amor: el fanático amor por la patria “Estas en mí, patria/jamás vencido o aniquilada/aunque los perros teladren/como a una intrusa./Por eso no te digo/mi pequeña,/si no mi gigantesca/alondra recobrada”; el amor y el respeto por los próceres: “Dice Fidel que el Che Guevara/conjugaba en sí mismo/todas las virtudes más altas/de un revolucionario imposible de superar.
“Es el acicate de la lucha sin fin/contra los enemigos del pueblo/es además la sangre derramada/del hombre que todo lo mide con justicia” o “Maestro con nombre de santo/y apellido de escritor glorioso/guerrillero interminable de la vida”… “Obstinado Tomás Borge”. Y además, “Los albañiles hacen crecer los altos edificio”.
Para exaltar a los trabajadores, o a Erick Martínez, a quien “La muerte y sus capataces, mandaderos y sicarios”, quitaron la vida y al final el más profundo razonamiento donde mezcla la historia de esta patria nuestra con sus héroes y sus mitos: pues “Y así fue nacida esta tierra”/como un ramaje de látigos/Oh paraíso de llagas implacables”/Así naciste la tierra de este Ulúa inmarcesible”.
Por eso no cabe duda que este es un libro de amor escrito poniendo el alma de tintero.
Roberto Zapata Varela*
Roberto Zapata Varela es un escritor de narrativa, crítico literario investigador de lingüística y cultura nacional, docente de la UNAH, por más de tres décadas. Fundador de la licenciatura en Letras de la Universidad Nacional. Actualmente milita en LIBRE en el Movimiento Resistencia Progresista (MRP-LIBRE), pertenece como instructor a la Escuela de Capacitación Política “Mártires de la Resistencia”.
CUCHILLOS FULMINANTES EN LA ARTERIA
A Erick Martínez
Y es que la muerte ronda
Con su guadaña de oscura caverna
Anegando con sangre la tierra prometida.
Ronda con sus jinetes apocalípticos
Sonando sus trompetas de pólvora
Y sus cuchillos fulminantes en la arteria.
La muerte y sus capataces, mandaderos y sicarios
Ronda por las casas y por las calles
Como una sombra enorme que se diluye
Solamente cuando su designio se ha perfeccionado.
Los hombres de máscaras que la noche oculta
Vienen sonando sus escudos metálicos
Llenos de furia y plenos de una sed sin límite
Vienen decapitando la voz, la luz y sus coriferos
Vienen royendo los cueros cabelludos
Como enfermos patógenos que odian
El sol y sus auroras, el sueño y sus distancias,
La fresca lozanía del jardín que eleva
Sus corolas hacia el cielo inmarcesible de la patria.
La muerte tiene rostro frío y tenebroso,
Rostro de rabia compulsiva
Rostro de furia lúgubre
Rostro de cólera ensangrentada.
Nadie sabe del día y su momento crucial
Cuando las máscaras inhumanas
Apresen la ternura y su sueño utópico sin medida
Nadie sabe del segundo y sus manecillas flotantes
Nadie, nadie, nadie…
ERES HOSTIA COMULGADA
Y dice la canción
Que eres consuelo en el llanto
Consuelo de la pena que no redime su horizonte
Consuelo de la faz que no desmaya
En la flor eterna del camino.
Y dice que eres árbol en este bosque
Donde el hambre sigue siendo
La mano que se extiende hacia la noche
Pero, eres además abrigo y esperanza
En este sendero donde a su orilla
Crece la hierba pisoteada por jinetes
Que destruyen el rocío de sus hojas diminutas.
Y si eres perdón y si eres hostia comulgada
Y si eres el abrazo que siempre florece en la desgracia
Y si eres el beso puntual en la herida del costado
Madre, patria, hermana, territorio, aurora,
Eres entonces la mano de la visa que nos roza
Con su rayo divino en el poro mismo de Dios
Que construye piedra a piedra,
La vida inconfundible de lo justo y verdadero.
Galel Cárdenas
Reconocido poeta hondureño, es además narrador y ensayista.
Ha obtenido varios galardones internacionales como el Premio “Rubén Darío” a nivel latinoamericano, otorgado por el gobierno sandinista en 1986, por su obra “Pasos de animal grande”.
|
Última actualización el Miércoles, 07 de Agosto de 2013 21:42
|
Miércoles, 24 de Julio de 2013 17:45
administrador
Breve reseña de la estadística en Honduras
Darío González C.
José Cecilio del Valle fue el primer hondureño que reconoció la importancia de la ciencia que tiene por objeto, agrupar metódicamente todos los hechos que se presentan a una valuación numérica (población, riqueza, impuestos, cosechas) y que comúnmente conocemos como estadística o empadronamiento. En la fecha que se celebra el bicentenario del nacimiento del sabio Valle (1977) la Dirección General de Estadística y Censos, como homenaje conmemorativo, publicó el bosquejo histórico “Estadística en Honduras” una recopilación de sus leyes y reglamentos, decretos y demás acuerdos emitidos en nuestro país.
El arduo trabajo de investigación fue confiado a la destacada escritora Carmen Fiallos a la sazón Jefe de Información y Publicaciones de la citada institución, es oportuno mencionar que los datos incluidos en la referida edición fueron tomados del diario oficial La Gaceta, Revista del Archivo y Biblioteca Nacional, y otras fuentes bibliográficas de reconocido mérito en la ciencia ya descrita.
En el prefacio la escritora Fiallos manifiesta: Este era el grado de interés que despertaba en el licenciado Valle, la ciencia estadística en “El Amigo de la Patria” editado en Guatemala (1821), expresaba: La estadística es una ciencia importante que tiende la vista por toda la extensión del país, recogiendo los hechos que más le interesa, calcula las leguas cuadradas que hay en la superficie del suelo, los individuos que corresponden a cada una, el número de hombres y mujeres, los que nacen y los que mueren, la tropa existente para mantener el orden, el espacio de tierra a que se extiende la agricultura; y el que se destina a pastos para el ganado.
Así finalizaba Valle en sus apreciaciones periodísticas.
Al investigar por nuestra cuenta en el Anuario Estadístico de Honduras, publicado por el Dr. Antonio R. Vallejo en 1889, encontramos lo siguiente: El censo que levantó en 1791 Fray Fernando de Cadiñanos, obispo de la Diócesis de Comayagua, informaba al rey de España, las visitas a los curatos de la república y el levantamiento de un censo. Del curato de Danlí, expresaba: que habían nueve cofradías y 3580 en dinero existente, 3210 cabezas de ganado, 933 mular y caballar, capellanías del curato 5855 ídem, de particulares 4897, iglesias 3 peso de alhajas de plata de la iglesia 150, almas del curato en cinco años 2727, subsidio que paga su Majestad 50.
Pueblos: Danlí (cabecera), Potrerillos 8 leguas, Teupasenti ídem 12 leguas, Valles: Jamastrán 7 leguas, Jacaleapa 3 leguas, Cuscateca 4 leguas, El Vallecillo 4 leguas, El Trapiche 4 leguas.
En 1801 el intendente Ramón de Anguiano, levantó un censo oficial que fijaba la población en 128.453 habitantes agrupados en 249 poblaciones mayores y menores. El Dr. Luis Mariñas Otero en su obra Honduras, editada en 1963, afirma que pocos años antes de la independencia, el intendente don Juan Antonio Tornos rinde el 20 de febrero de 1816, el informe de su visita el año anterior, manifestando que Honduras tenía 100,000 almas en 39 curatos y 8 partidos, además de 8 pueblos de negros caribes en la comarca de Trujillo, con una población de 10,000 habitantes.
La escritora Fiallos, prosigue afirmando que en 1823 se emitió la primera ley de estadística que a renglón seguido se expresaba en estos términos: El Supremo Poder Ejecutivo de las provincias unidas de Centroamérica, considera que la estadística es el alma de un gobierno, pues con ella se arreglan las contribuciones, se sabe de la población existente, se dirige el alistamiento de la fuerza cívica, se conoce el progreso o la decadencia de la agricultura, industria y comercio, que son los canales de la riqueza nacional, por lo tanto las provincias reunidas deben de levantar con la premura del caso un censo poblacional. Antiguamente algunas autoridades civiles y religiosas, tenían a su cargo los recuentos de población y recopilación de algunas estadísticas, al efecto se emitieron varios decretos sobre la formación de la estadística del Estado de Honduras, pero fue hasta el 28 de junio de 1880, que el Poder Ejecutivo establece el departamento de estadística, al frente del cual se coloca a don Francisco Cruz, un ciudadano polifacético, médico por suficiencia, escritor y político. Mariñas Otero afirma que en 1882, dio a conocer los resultados del primer censo científico de Honduras, aunque su propio autor tenía muchas dudas sobre los resultados obtenidos. Según el citado censo Honduras contaba en dicha época con 307.289 habitantes. Es así como se inicia la estadística en Honduras, en 1889 siendo director de la institución, el Dr. Antonio R. Vallejo, publicó el primer anuario estadístico de Honduras.
En sus 97 años de existencia haciendo recuento hasta 1977, la Dirección General de Estadística y Censos, ha nombrado 31 directores generales, varios de ellos han permanecido dos o tres períodos.
En varias épocas se cerró la oficina que comprende el período del 1 de junio de 1885, al 31 de marzo de 1887 y del 1 de junio de 1909 al 5 de julio de 1910.
En el transcurso de su historia, Honduras pasó un lapso de guerras internas hasta 1933, que impidió todo desarrollo en la administración pública y sobre todo en el sistema estadístico, después de ese tiempo, se verificaron algunos progresos en dicho campo, pero fueron muy pocos debido a la falta de recursos económicos. Todavía en 1950 continúa afirmando la escritora Fiallos, cada ministerio y varias oficinas de la administración local, producían estadísticas en forma independiente, con lo que se incurría en una duplicidad de funciones y discrepancias en los datos recolectados, que no satisfacían las necesidades de información, ni reflejaban la situación real del país. con la fundación de los bancos nacionales, y la iniciación de programas sociales, en 1950 se verificó un cambio notable en el campo estadístico, debido a que se sintió la necesidad de resolver los problemas nacionales, en forma técnica y coordinada; para cumplir tales objetivos se promulgó en 1951 la primera ley de censos y estadísticas. En 1957 se transfirió la Dirección General de Censos y Estadística de la Secretaría de Gobernación y Justicia a la de Economía y Hacienda, con lo que origina una nueva reorganización. En 1971 mediante decreto No. 129, se hace la separación de los Ministerios de Economía y Hacienda y de esta manera, la Dirección General de Estadística, pasa a depender del Ministerio de Economía.
Directores Generales de Estadística que han fungido desde 1880 hasta 1975:
Francisco Cruz (1880), Dr. Antonio R. Vallejo (1887), don Antonio Fiallos (1894), don Eduardo Guillén (1895), don José de la Cruz Guerrero (1899); don Alfredo Quiñónez (1901), Dr. Teófilo Canales (1902), Dr. Manuel Coronel Matus (1903), don Fernando Somoza Vivas (1904), Dr. Maximiliano Sagastume (1906), Dr. Teófilo Canales (1907), Dr. Maximiliano Sagastume (1911), don Federico Travieso (1913), Lic. Luis Andrés Zúniga (1919), Dr. Teófilo Canales (1919), profesor Sergio Palacios (1924), Dr. Héctor Pineda Ugarte (1926), Lic. José Pineda Gómez (1929), profesor Ramón Santamaría (1933), P.M. Alfredo León Gómez (1934), Lic. Enrique B. Uclés (1935), don Miguel Ángel Cruz (1939), don Vicente Palma (1942), Lic. Juan B. Valladares R. (1946), Profesor Gustavo Castañeda (1949), Carlos Zúniga Figueroa (1950), Lic. José Trinidad Fiallos (1958), Lic. Carlos Raudales (1967), Lic. Leticia Ma Tay (1973), Lic. José Trinidad Fiallos (1975).
Para actualizar nuestro trabajo investigativo, afirmamos que esta institución cambió de nombre cuando fue creado el Instituto Nacional de Estadística I.N.E. mediante decreto No. 86-2000 del 8 de julio del año 2000, como un órgano técnico, autónomo, con personalidad jurídica y patrimonio propio y está adscrito a la Secretaría de Estado en el Despacho Presidencial. Con la fundación del Instituto Nacional de Estadística, se dio un paso importante, para contribuir con el proceso de modernización del sistema de información estadístico en Honduras. Inició sus labores ejecutivas en la primera quincena de enero del 2001 y las operaciones técnicas y administrativas en el mes de abril del mismo año.
Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla
|
Última actualización el Miércoles, 24 de Julio de 2013 17:46
Miércoles, 24 de Julio de 2013 17:26
administrador
“Rayuela”, el juego de Cortázar
“Rayuela” llegó hace 50 años para revolucionar la literatura. Al proceso de su escritura dedicó Cortázar una serie de cartas -algunas de las cuales reproducimos- en las que calificó el libro de “bomba atómica”. Es la historia epistolar de una antinovela
De una carta a Jean Barnabé. 17 de diciembre de 1958
Terminé una larga novela que se llama Los premios, y que espero leerán ustedes un día. Quiero escribir otra, más ambiciosa, que será, me temo, bastante ilegible: Quiero decir que no será lo que suele entenderse por novela, sino una especie de resumen de muchos deseos, de muchas nociones de muchas esperanzas y también, por qué no, de muchos fracasos. Pero todavía no veo con suficiente precisión el punto de ataque; siempre es lo más difícil, por lo menos para mí.
De una carta a Jean Barnabé, 27 de junio de 1959
Usted cree que yo puedo quizá llegar a ser un novelista. Me falta, como me dice, un peu de soufflé pour aller jusquáu bout. Pero aquí, Jean, intervienen otras razones y estas estrictamente intelectuales y estéticas. La verdad, la triste o hermosa verdad, es que cada vez me gustan menos las novelas, el arte novelesco tal como se lo practica en estos tiempos. Lo que estoy escribiendo ahora será (si lo termino alguna vez) algo así como una antinovela, la tentativa de romper los moldes en que se petrifica ese género. Yo creo que la novela “psicológica” ha llegado a su término y que si hemos de seguir escribiendo cosas que valgan la pena, hay que arrancar en otra dirección. El surrealismo marcó en su momento algunos caminos, pero se quedó en la fase pintoresca. Es cierto que no podemos ya prescindir de la psicología, de los personajes explorados minuciosamente; pero la técnica de los Michel Butor y las Nathalie Sarraute me aburren profundamente. Se quedan en la psicología exterior, aunque crean ir muy al fondo. El fondo de un hombre es el uso que haga de su libertad. Por ahí se va a la acción y a la visión, al héroe y al místico. No quiero decir que la novela deba proponerse esta clase de personajes, porque los únicos héroes y místicos interesantes son los vivientes, no los inventados por un novelista. Lo que creo es que la realidad cotidiana en que creemos vivir es apenas el borde de una fabulosa realidad reconquistable y que la novela, como la poesía, el amor y la acción deben proponerse penetrar en esa realidad. Ahora bien, y esto es lo importante para quebrar esa cáscara de costumbres y vida cotidiana, los instrumentos literarios usuales ya no sirven. Piense en el lenguaje que tuvo que usar un Rimbaud para abrirse paso en su aventura espiritual. Piense en ciertos versos de Les Chiméres de Nerval.
Piense en algunos capítulos de Ulysses, ¿cómo escribir una novela cuando primero habría que desescribirse, desaprenderse, partir a neuf, desde cero, en una condición preadamita, por decirlo así? Mi problema, hoy en día, es un problema de escritura, porque las herramientas con las que he escrito mis cuentos ya no me sirven para esto que quisiera hacer antes de morirme. Y por eso -es justo que usted lo sepa desde ahora- muchos lectores que aprecian mis cuentos habrán de llevarse una amarga desilusión si alguna vez termino y publico esto en que estoy metido. Un cuento es una estructura, pero ahora tengo que de4sestructurarme para ver de alcanzar, no sé cómo, otra estructura más real y verdadera; un cuento es un sistema cerrado y perfecto, la serpiente mordiéndose la cola; y yo quiero acabar con los sistemas y las relojerías para ver de bajar al laboratorio central y participar, si tengo fuerzas, en la raíz que prescinde de órdenes y sistemas. En suma, Jean, que renunció a un mundo estético para tratar de entrar en un mundo poético. ¿Me hago ilusiones, terminaré escribiendo un libro o varios libros que serán siempre míos, es decir con mi tono, mi estilo, mis invenciones? A lo mejor sí. Pero habré jugado lealmente, y lo que salga será así porque no puedo hacer otra cosa. Si hoy siguiera escribiendo cuentos fantásticos me sentiría un perfecto estafador; modestia aparte, ya me resulta demasiado fácil, je tiens le systeme, como decía Rimbaud. Por eso “El perseguidor” es diferente y usted habrá pensado en él al leer estas líneas tan confusas. Ahí ya andaba yo buscando la otra puerta. Pero todo es tan oscuro, y yo soy tan poco capaz de romper con tanto hábito, tanta comodidad mental y física, tanto mate a las cuatro y cine a las nueve… Para subir a la Santa María y poner proa al misterio hay que empezar por tirar la yerba a la basura. Y con este mal anacronismo cierro este capítulo que sin embargo estoy contento de haber escrito para usted, como una confidencia y un anuncio.
De una carta a Jean Barnabé, 30 de mayo de 1960
Escribo mucho, pero revuelto. No sé lo que va a salir de una larga aventura a la que creo aludí en alguna otra carta. No es una novela, pero si un relato muy largo que en definitiva terminará siendo la crónica de una locura. Lo he empezado por varias partes a la vez y soy a la vez lector y autor de lo que va saliendo. Quiero decir que como a veces escribo episodios que vagamente corresponderán al final (cuando todo esté terminado, unas mil páginas más o menos), lo que escribo después y que corresponde al principio o al medio, modifican lo ya escrito. y entonces tengo que volver a escribir el final (o al revés, porque el final también altera el principio). la cosa es terriblemente complicada, porque me ocurre escribir dos veces un mismo episodio, en un caso con ciertos personajes, y en otro con personajes diferentes, o los mismos pero cambiados por circunstancias correspondientes a un tercer episodio. Pienso dejar los dos relatos de esos episodios, porque cada vez me convenzo más de que nada ocurre de una cierta manera, sino que cada cosa es a la vez muchísimas cosas. Esto, que cualquier buen novelista sabe, ha sido en general enfocado como lo hizo Wilkie Collins en The Moonstone, es decir, un mismo episodio “visto” por varios testigos, que lo van contando cada uno a su manera. Pero yo creo ir un poco más lejos porque no cambio de testigo, sino que le hago repetir el episodio… y sale distinto. ¿No le ocurre a usted, al contar algo a un amigo, darse cuenta en el momento que las cosas eran diferentes de lo que creía? A mitad del relato, un golpe de timón desvía el barco. Lo justo, en ese caso, es presentar las dos versiones. Pero como el lector se aburriría si tuviera que leer dos veces seguidas un mismo relato, en el que los cambios serían siempre pocos con relación al total, he fabricado una serie de procedimientos más o menos menos astutos, que sería un poco largo contarle ahora. Baste decirle que el libro ocurre mitad en B.A. y mitad en París (creo tener ya bastante perspectiva de ambas como para hacerlo), pero que con frecuencia los episodios se cumplen en un no man´s land que la sensibilidad del lector deberá situar, si puede. En realidad me propongo empezar por el final, y mandar al lector a que busque en diferentes partes del libro, como en la guía del teléfono, mediante un sistema de remisiones que será la tortura del pobre imprentero… si semejante libro encuentra editor, cosa que dudo.
De una carta a Paco Porrúa, 19 de agosto de 1960
Por carta es siempre difícil decir algunas cosas, pero quiero que sepa todo lo que valoro su opinión sobre lo que escribo. Ya se lo dije, creo, en mi primera carta, pero ahora usted vuelve a emplear palabras que me conmueven profundamente, no por el elogio que encierran sino porque quien las dice es un crítico sin concesiones. Un día le pediré que lea lo que estoy haciendo ahora, y que es imposible de explicar por carta, aparte de que yo mismo no lo entiendo. Ignoro cómo y cuándo lo terminaré, hay cerca de cuatrocientas páginas, que abarcan pedazos del fin, del principio y del medio del libro, pero que quizá desaparezcan frente a la presión de otras cuatrocientas o seiscientas que tendré que escribir entre este año y el que viene. El resultado será una especie de almanaque, no encuentro mejor palabra (a menos que “baúl de turco…”).
Una narración hecha desde múltiples ángulos, con un lenguaje a veces tan brutal que a mí mismo me rechaza la relectura y dudo de que me atreva a mostrarlo a alguien, y otras veces tan puro, tan poco literario… Qué sé yo lo que va a salir. Hay una sola cosa cierta, y es que ya no sé escribir cuentos, y que Los premios se han quedado tan atrás que me va a costar horrores corregir las pruebas. Le cuento todo esto como una manera un poco menos torpe que las otras de decirle cuánta confianza tengo en su amistad y la alegría que me da poder confiarle, por lo menos como una primera impresión, lo que estoy haciendo y lo que quisiera hacer.
De una carta a Paul Blackburn, 15 de mayo de 1962
Casi he terminado Rayuela, la larga novela de la que te he hablado varias veces.
Como es una especie de libro infinito (en el sentido de que uno puede seguir y seguir añadiendo partes nuevas hasta morir) pienso que es mejor separarme brutalmente de él. Lo leeré una vez más y enviaré el condenado artefacto a mi editor. Si te interesa saber lo que pienso de este libro, te diré con mi habitual modestia que será una especie de bomba atómica en el escenario de la literatura latinoamericana.
JULIO CORTÁZAR
Cómo leer “Rayuela”
Fue Francisco Porrúa (arriba), al frente del sello Sudamericana, quien publicó “Rayuela”, cuya primera edición (a la izquierda) apareció el 28 de junio de 1963. El 19 de junio Alfaguara reedita un volumen conmemorativo que incluye las cartas en las que Cortázar (abajo) cuenta el proceso de creación. El autor propuso tres maneras de leer la obra: Respetando el orden tradicional, comenzando por el capítulo 56 y dejándose llevar por el “tablero de dirección”, o “en el orden que el lector desee”
|
Última actualización el Miércoles, 24 de Julio de 2013 17:44
|