VISITA A RUBÉN DARÍOEl 14 de agosto de 1945 el pueblo managüense tuvo una concentración monstruosa para celebrar la rendición incondicional del Japón. Había terminado la Segunda Guerra Mundial. Había triunfado la democracia en el mundo, y sin embargo el orador principal del acto lejos de ser un obrero antifascista, era el autor de la muerte del general Augusto César Sandino, era Anastasio Somoza García. ¡Pero pase! Dijeron todos. En la noche escribí mi poema “Salutación al Reino de la Tierra”. Como ya se decía que la presión popular en El Salvador era tan grande que Castañeda Castro pensaba incorporarnos al país, me dije que no debía salir de Nicaragua sin visitar la rumba de Rubén Darío. Con ese objeto expreso fui a la ciudad de León. Entré a la catedral, y el homenaje que le rendí fue recitar, como quien reza un Padrenuestro, su gran poema “Pax”:
“En sangre y en llanto Medardo Mejía |